José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Contagiar vida, fe y cultura


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MIÉRCOLES. Anne Igartiburu da la campanada. No solo por el rojo Caprile con el que recibe el año. La sensualidad por encima de la provocación gratuita disfrazada de escultura. Elegancia en forma y fondo. En el recuerdo a los miles de misioneros españoles que se dejan la piel por los demás. En el cambio de año. La presentadora no se olvida nunca. Nadie le paga por ello. Porque ella se siente pagada solo por la entrega de sor Primi.

Noche corta. De buena mañana, misa de año nuevo. Jornada Mundial por la Paz. No hay homilías de trámite para Javier. “¿Estoy en guerra conmigo? ¿Me he declarado la paz?”. Llamada a bendecir y a ser bendecidos, aun cuando alguien nos tiene declarada la guerra.



JUEVES. Escapada a Córdoba. Atardecer. Los patios abren en pleno invierno. A falta de flores primaverales que tapicen paredes, el verde lo suple. Una lumbre que sabe a familia. Sorpresa no buscada. Un grupo flamenco. Una guitarra y un cajón. Dos voces. “Para alimentar vuestra alma con los sentidos de este espacio y con nuestra música”. Villancicos de los que parecían haberse evaporado entre los cascabeles de Mariah Carey. “La tierra se vistió de armiño”. “Sirva tu cuna para que el mundo se reúna”. Arte y devoción popular que, en Andalucía, se entrelazan sin fuerce alguno.

VIERNES. Entro a la mezquita catedral. De bruces, me topo con la basílica visigoda de San Vicente. El origen. El que algunos olvidan. La perspectiva infinita de los arcos de los Abderramán. El Mirhab. La Parroquia del Sagrario. La puerta recuperada para los cofrades. Flashback. Hasta aquella tarde en la que puede ver de primera mano el documento de 1236 por el cual Fernando III entregaba el edificio a la Iglesia. Sin hipoteca alguna. La inmatriculación que otros quieren ignorar. Continúo mi paseo. Comprendo los esfuerzos del Cabildo. Por revitalizar. Por recuperar. Por contagiar vida, fe y cultura.

SÁBADO. Tres encuentros prácticamente improvisados. Bajando a la Judería, con don Demetrio. Recién llegado de un campamento navideño con jóvenes de Acción Católica. No para. Al rato, con Antonio Gil. Sacerdote y canónigo catedralicio. Imparable escritor. Con juego de palabras para una tesina: “La Iglesia no es Dios. Es el Pueblo de Dios”. Por la noche, con Darío Menor. Entre salmorejo y flamenquines, una tapa de más Vida Nueva. A servir.

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