Matteo Zuppi alerta de los “profetas de la perdición y su tentación apocalíptica que solo ve ruinas” en la Iglesia

  • El cardenal de Bolonia clausura las jornadas de actualización pastoral para sacerdotes de Madrid
  • “Algunos se preguntan cuándo la Iglesia dejará de ser un hospital de campaña”, señala

El cardenal Matteo Zuppi

El cardenal arzobispo de Bolonia, Matteo Zuppi, urgió esta mañana a los curas madrileños a responder “a los desafíos que nos plantea la conversión misionera del Papa Francisco”. Este fue el hilo de su conferencia en la clausura de las III jornadas de actualización pastoral para sacerdotes ‘Evangelizar la gran ciudad: Madrid 2020’. Organizadas por la Facultad de Teología de la Universidad San Dámaso (UESD) y la Vicaría Episcopal para el Clero de la Archidiócesis de Madrid, compartió mesa con otros dos cardenales: el arzobispo de Boston,  Seán Patrick O’Malley, y el arzobispo madrileño Carlos Osoro.



“Algunos se preguntan cuándo la Iglesia dejará de ser un hospital de campaña. El mundo es una emergencia permanente”, comentó a la par que admitió que “la conversión misionera encuentra resistencias y dificultades, pero también estamos viendo frutos”, reflexionó.

Zuppi lamentó que “a veces nos creemos los únicos superviviente del pasado y nos creemos los soldados de una batalla contra un mundo que no cree”. Por eso, hizo un llamamiento a trabajar desde el amor y la verdad: “La verdad necesita del amor y a la inversa. No se pueden separar. Sin amor, la verdad se vuelve fría, impersonal y opresiva para la vida concreta de la persona, tal y como recoge ‘Lumen fidei’”.

La oveja alejada

Así criticó a quienes en la Iglesia son “profetas de la perdición” atrapados en una “tentación apocalíptica que solo ve ruinas y problemas”. En una sociedad secularizada, Zuppi considera que “no basta con decir que la oveja se alejó. Hay que sentir la falta de esta oveja alejada. Ellos son nuestros”. “Hay que dialogar con los que piensan distinto, como hace el Papa”, defendió.

Sobre el fenómeno de las grandes urbes, comentó que “la ciudad debe concebirse como un todo”, de lo que debe plantearse una pastoral adecuada a ella “desde la contemplación”: “En este mundo hay muchas islas, pero el hombre no puede ser una islas aunque tenga todos los accesorios y engaños que le facilitan las islas digitales. El cristianismo es una fuerza de unión en medio de tanto aislamiento”.

Agacharse y cuidar al otro

Desde ahí, comentó que “para el verdadero discípulo no puede girar todo en torno a sí, sino en torno al otro”. Así, llamó a los asistentes a “agacharse y cuidar al otro” en los nuevos areópagos: centros comerciales, universidades…

Ahí es donde ubicó la misión del sacerdote: “Más que administradores, tenemos que ser arquitectos de comunidades para crear lugares y espacios de acogida para el hombre asilado de la ciudad”.

El arzobispo de Bolonia respaldó la hipótesis lanzada por Francisco a la Curia el pasado diciembre, cuando les apuntó que la cristiandad como tal ha terminado y son otros los productores de cultura.

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