Estamos a pocos días de que se celebre en Madrid el Congreso Nacional de Laicos, bajo el lema ‘Un laicado en acción. Vivir el sueño misionero de llegar a todas las personas’. Al hacer una primera lectura del instrumento de trabajo, he echado en falta algo que es básico en la misión evangelizadora: la concreción parroquial y la presencia de la Acción Católica General.
Mientras que en ‘Cristianos laicos, Iglesia en el mundo’ aparece la referencia a la parroquia 26 veces, en este instrumento de trabajo lo hace solamente cuatro. No se destaca la importancia y el valor que tiene la parroquia como comunidad de comunidades, sino que se habla en genérico de comunidad/comunidades y no se sabe si son comunidades religiosas, comunidades de base, comunidades neocatecumenales, comunidades como movimientos/asociaciones, o incluso comunidades de vecinos. En el nº 63 se habla de “nuestras comunidades de referencia” pero sin incidir en la referencialidad que tiene que tener la Parroquia, independientemente que se sea miembro de un Movimiento o Asociación…
Teniendo esto presente, hace falta que en el documento final del Congreso quede patente, no solo la importancia, sino la necesidad de la comunidad parroquial, y que no quede “disuelta” o “diluida” entre otros tipos de comunidades cristianas, como indica el Papa en EG 28: “La parroquia no es una estructura caduca; precisamente, porque tiene una gran plasticidad, puede tomar formas muy diversas que requieren la docilidad y la creatividad misionera del pastor y de la comunidad. Aunque, ciertamente, no es la única institución evangelizadora, si es capaz de reformarse y adaptarse continuamente, seguirá siendo ‘la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas’. (…) Es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero”.
Con San Juan de Ávila
En este sentido, del 27 al 28 de enero, los consiliarios de Acción Católica General tuvimos un encuentro de sacerdotes en Córdoba. El lunes por la tarde fuimos a Montilla y estuvimos en la casa de San Juan de Ávila, patrón del clero español y de los consiliarios de la Acción Católica. San Juan de Ávila también vivió en una época convulsa como la nuestra. En aquella época, la evangelización se daba sobre todo por las órdenes religiosas, como los agustinos, dominicos, carmelitas… Órdenes religiosas con sus fundadores, carismas y noviciados propios. Al santo le dolía en el alma ver a tanto clero sin formación alguna, lo que les impedía ser buenos evangelizadores. Tal celo le llevó a escribir y pedir al Concilio de Trento la creación de seminarios para una verdadera reforma de la Iglesia y del clero.
San Juan de Ávila fue “maestro de santos”, pues muchos que lo fueron lo tuvieron como maestro. Acudían a él o establecieron correspondencia, como santa Teresa de Jesús, san Juan de Dios, o san Francisco de Borja; este le propuso irse con él a la Compañía de Jesús, pero él siempre optó por el clero secular.
“Seminario” de laicos
A medida que don Demetrio, el obispo de Córdoba, nos hablaba de la vida de San Juan de Ávila, me iba viniendo a la cabeza este Congreso Nacional de Laicos y me reafirmaba lo que escribí en Vida Nueva en el nº 2.757, cuando definí la Acción Católica como el “seminario” de los laicos diocesanos, frente a los nuevos movimientos y asociaciones, que, como tienen sus fundadores y fundadoras y sus carismas propios, serían como “noviciados” de los laicos.
La vocación laical se puede desarrollar a través de los carismas concretos de los nuevos movimientos y asociaciones que son parte de la riqueza de la Iglesia, como lo son las órdenes religiosas, de cara a la evangelización del mundo. Lo importante es ser fiel a la vocación recibida del Señor. Habrá laicos que encontrarán su vocación en el carisma específico de un movimiento o asociación con el que se sentirán identificados y que les ayudará a crecer como cristianos o cristianas y ser buenos evangelizadores. Y también hay laicos que no necesitan ningún carisma concreto, más que el secular.
Sin un carisma propio
De ahí la idea de que la Acción Católica sería como el “seminario” de los laicos diocesanos, aquellos que no tienen carisma propio más que el parroquial y diocesano, mientras que los nuevos movimientos y asociaciones, con su fundador o fundadora y sus carismas concretos, serían el “noviciado” de los laicos.
Por eso, no debe resultar extraño que el obispo diocesano, del mismo modo que tiene el deber de preocuparse por su seminario diocesano para formar al clero secular, se preocupe también de promocionar la Acción Católica en su diócesis como “seminario de sus laicos”, porque, como nos dice el nº 95 de CLIM, “la ‘Christifideles laici’ solo cita de forma explícita la ‘Acción Católica’. Esta particular referencia concreta no debe extrañar, ya que la Acción Católica, de acuerdo con la doctrina de las cuatro notas, no es una asociación más, sino que, en sus diversas realizaciones –aunque pueda ser sin estas siglas concretas– tiene la vocación de manifestar la forma habitual apostólica de ‘los laicos de la diócesis’, como organismo que articula a los laicos de forma estable y asociada en el dinamismo de la pastoral diocesana”.
Con fuerza en el documento final
Espero y deseo que, durante la reflexión y los trabajos que se realicen en el Congreso Nacional de Laicos, se tenga en cuenta la “ausencia” que he notado en el instrumento de trabajo y, tanto la parroquia entendida como “comunidad de comunidades”, como la Acción Católica General, aparezcan en el documento final con la fuerza y claridad con que aparecen en ‘Cristianos Laicos, Iglesia en el Mundo’, porque la Acción Católica General es una asociación de laicos creada por la propia Iglesia para la evangelización de las personas y de las realidades en las que está inmersa la parroquia. No desarraiga a los laicos de su comunidad parroquial, sino que los articula aportando formación, espiritualidad, madurez, responsabilidad y protagonismo.
Será un buen impulso para, tras el Congreso, llevar a la práctica las palabras finales de CLIM: “La nueva evangelización, se hará, sobre todo, por los laicos o no se hará”. (CLIM 148).