El último acto del papa Francisco en Bari, tras participar en el Encuentro de Obispos del Mediterráneo, en la Basílica de San Nicolás, y celebrar la misa dominical en el Corso Víctor Manuel II, ha sido la oración del ángelus, para toda la Iglesia universal.
Antes del rezo, ha dirigido su reflexión a los presentes y ha lamentado el horror sin fin en Siria: “Mientras estamos reunidos aquí para rezar y reflexionar sobre la paz y el destino de los pueblos que bordean el Mediterráneo, al otro lado de este mar, particularmente en el noroeste de Siria, se está produciendo una inmensa tragedia”.
Dejar de lado cálculos e intereses
Así, ha llamado la atención a “los actores involucrados y a la comunidad internacional, porque guarda silencio sobre el ruido de las armas”, mientras muchos “lloran las lágrimas de los pequeños y los indefensos”. Por eso, urge “dejar de lado los cálculos e intereses para salvaguardar la vida de los civiles y los muchos niños inocentes que están pagando las consecuencias”.
Ya desde lo global, el Pontífice ha llamado a orar “al Señor para que pueda mover corazones y todos puedan superar la lógica de la confrontación, el odio y la venganza, para redescubrirnos a nosotros mismos como hermanos, hijos de un solo Padre, que hace salir el sol sobre los buenos y los malos”.
Gestos diarios de amor
“Invocamos al Espíritu Santo -ha concluido- para que cada uno de nosotros, a partir de los gestos diarios de amor, contribuyamos a construir nuevas relaciones, inspiradas por la comprensión, la aceptación y la paciencia, estableciendo así las condiciones para experimentar la alegría del Evangelio y difundirlo en todos los ámbitos de la vida”.