Con el fin de reflexionar sobre los muchos retos que, como sociedades democráticas, nos plantean los espacios de frontera, aquí y a nivel mundial, la entidad jesuita Entreculturas ha organizado este martes 25 de febrero, en su sede en Madrid, un espacio de diálogo sobre los contextos migratorios que tienen lugar en dos de las enclaves con mayor movilidad humana del mundo: la frontera sur mexicana con el corredor de población centroamericana hacia Estados Unidos a través de Comalapa, y la frontera sur española con el flujo de población africana hacia Europa a través de Melilla.
El coloquio ha contado con dos personas que conocen de primera mano la experiencia en dos de los principales flujos migratorios: Ricardo Machuca, director del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) México, y María Vieyra, abogada de derechos humanos del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) España. La mesa redonda ha sido moderada por Cristina Manzanedo, responsable de Migraciones de Entreculturas.
“Más del 90% de la población migrante es atendida por las entidades de sociedad civil y la ciudadanía particular en el tránsito de personas centroamericanas por México hasta Estados Unidos”, ha señalado Machuca. “Más de 9.000 personas han pasado por la frontera sur española, originarias de Magreb y África Subsahariana, con una gran precariedad y sufrimiento en territorio marroquí”, ha apuntado María Vieyra. La respuesta de entidades sociales, y en particular, de la Iglesia es muy grande y necesaria en estos contextos. “Hay una red de 120 albergues en los más de 3.500 kilómetros que atraviesan México. La Iglesia está presente y es un actor muy relevante”, ha recordado Machuca.
Devoluciones sumarias
La vulneración de derechos es una constante que aprecian las organizaciones de la sociedad civil. “En España identificamos dificultades de acceso al territorio y por tanto a protección internacional, devoluciones sumarias sin garantías jurídicas, limitaciones a la libertad de movimiento de solicitantes de asilo, ausencia de políticas públicas de integración y bienestar. Todo ello conlleva un gran riesgo para la vida de los migrantes, ya que no les queda más remedio que acudir a rutas de mayor peligrosidad”, ha indicado Vieyra.
En el caso mexicano, “se producen devoluciones en caliente sin derechos, la Guardia Nacional que forma un muro humano no está capacitada para atender a la población migrante. Además, hay una restricción creciente a la labor de la sociedad civil. Se genera un gran riesgo de desprotección y de vulnerabilidad de las personas migrantes. Y la respuesta del Gobierno apela a una migración legal y ordenada”, en palabras de Machuca.
Precisamente sobre los marcos políticos migratorios, Machuca ha señalado que “la externalización de fronteras de la administración Trump en Estados Unidos señala a México como un tercer país seguro donde los migrantes son devueltos, sin acceso a protección internacional, separando y desgarrando familias, y sabiendo la peligrosidad que existe en ciertos lugares”. Vieyra ha destacado, en la misma línea, que “se han potenciado devoluciones indirectas en acuerdos de Estados de la Unión Europea con terceros países, como Italia con Libia, Grecia con Turquía, y España con Marruecos y Mauritania”.