Dentro de pocas semanas se cumplirá el primer aniversario de la firma de la exhortación apostólica ‘Christus vivit’, que el papa Francisco escribió como fruto de la asamblea sinodal del 2018, dedicada al tema de ‘Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional’. Se trata de una apuesta fuerte y constante de este pontificado.
Quizá por eso mismo podrían leerse, ya a un año de distancia, las intervenciones previas a la publicación de ‘Christus vivit’ por parte del papá Bergoglio.
En efecto, el Santo Padre eligió hacer una visita relámpago el 25 de marzo del año pasado al Santuario de la Santa Casa (en donde, según la tradición, se encuentran las paredes del hogar de Nazaret que se trasladaron hasta la ciudad italiana de Loreto) para firmar allí mismo la Exhortación que compuso a manera de una Carta a los jóvenes. Sin embargo, ‘ChristusVivit’ no se publicó sino hasta el 2 de abril, es decir unas dos semanas después de su firma, coincidiendo con el aniversario del fallecimiento de san Juan Pablo II, el Papa que dio origen, justamente, a las Jornadas Mundiales de la Juventud.
Dos discursos
En el intermedio de estas fechas se sitúan dos discursos dirigidos, de modo especial, a los jóvenes: el primero, a los fieles en la misma ciudad de Loreto luego de firmar la Exhortación Apostólica, y el otro, una Lectio Divina que dirigió, sin previo aviso, a los estudiantes de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, al día siguiente.
El primer discurso, en Loreto, fue predominantemente vocacional. Inspirado en el relato bíblico de la Anunciación (y con el telón de fondo de la misma Santa Casa) el Papa Francisco señaló los tres grandes momentos que marcan una experiencia vocacional: la escucha de la Palabra y del proyecto de Dios, el discernimiento, y la decisión. De inmediato el Papa argentino señaló que este había sido, de hecho, el mismo itinerario recorrido por el Sínodo de los jóvenes.
La insistencia de Francisco estuvo en la necesidad de despertar la capacidad de hacerse cada vez más profundos: justamente la advertencia más clara fue con respecto al ruido y la agitación en donde, difícilmente, se logra comprender el designio de Dios. Es en el silencio que favorece la escucha donde toda vocación encuentra su posibilidad de desarrollo: el discernimiento y la decisión son apuestas por proyectos de futuro en los que Dios tiene la iniciativa y los jóvenes la posibilidad de respuesta.
Al día siguiente, esta vez en Roma, el Papa volvió a hablar de la necesidad de procesos de contemplación que eviten poner la mirada solo en lo coyuntural y amplíen la visión. Francisco habló de futuro, pero también habló de pasado. Conservar la memoria y arraigarse en la identidad de pertenencia a un pueblo, dijo el Papa ante los universitarios, es la necesidad más urgente a la hora de pensar en un futuro colectivo, capaz de romper el que llamó “pensamiento único” que presiona a medir la vida en términos de individualismo, comodidad y bienestar propio.
Así, la denuncia sobre una educación preocupada solamente por el aprendizaje de contenidos salió a flote. “Sé que se puede jugar con los conceptos en vez de interpretar la vida”, sentenció Bergoglio. Y luego de la denuncia, la propuesta: un radical cambio de paradigma, una valiente revolución cultural, que produzca una “hermenéutica evangélica” capaz de entender mejor la vida, el mundo y los hombres. En definitiva, una apuesta educativa abierta al mundo e inspirada en el Evangelio. ¿No hay aquí una valiosísima apuesta de pastoral vocacional que pone la opción de seguimiento a Jesús y de adhesión al Evangelio en términos de transformación de la realidad?
Clave de lectura
La pastoral vocacional y la educación son, de este modo, dos apuestas muy significativas del primer Papa proveniente del continente que ha venido construyendo apuestas de pastoral juvenil inspiradas en la “civilización del amor”. Esta puede ser una clave de lectura de la ‘ChristusVivit’ que se traduzca en apuestas inspiradoras, arriesgadas y evangélicas.
El mismo Francisco acostumbra a ofrecer algunas ideas: se reunirá en Asís -con la inesperada crisis del coronavirus en noviembre y no en este mes de marzo, como se había previsto- con un numeroso grupo de jóvenes interesados en el campo de la economía para pensar en alternativas frente al sistema actual que ya se cansa de mostrar su ineficacia y, en el mes de mayo ha convocado a la construcción de un Pacto Educativo Global poniendo, sin lugar a dudas, el tema de la educación en el centro de la agenda eclesial y política de esta década que se abre.
Para la Iglesia y la sociedad debe ser claro: la educación y la vocación son cuestiones en las que se juega su futuro.
* Educador y catequista lasallista.