El primer relato de la creación que narra el Génesis comienza diciendo que todo era un “caos informe” (Gn 1,2). Poco a poco, Dios va ordenando la realidad con su Palabra. Lo que era una gran confusión se convierte en un cosmos ordenado y con sentido, en el que todo tiene su momento y su lugar. En la mentalidad bíblica el constante ciclo de la naturaleza, que se repite de modo inevitable, refleja esa sabiduría profunda que el Creador imprime en su obra.
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A veces también nuestra vida es un poco caótica y tenemos la sensación de que la realidad se precipita y se agolpa sin orden ni concierto. Hemos tenido bastante experiencia de esto los pasados meses. Nos asalta la sensación de galimatías y esto nos confunde. Pero, del mismo modo que el relato bíblico presenta a Dios ordenando la realidad a través de su Palabra, también poner palabra a cuanto nos acontece supone poner orden y capacitarnos para reconocer el sentido profundo de lo que se esconde bajo el revoltijo.
Por mucho caos que veamos a nuestro alrededor, podemos confiar en que se ordenará a medida que lo vayamos nombrando, tal y como expresaba el dibujo que encontré un día en la calle. Para quiénes somos creyentes además. Dios y Su Palabra Encarnada son capaces de convertir nuestros embrollos en una historia de salvación. Porque en creyente la vida no es una suma de anécdotas, sino una historia bien labrada con un hilo narrativo que podemos reconocer en fe. No siempre tenemos claro el argumento, pero sabemos que ese caos se ordenará.