“La opción o amor preferencial por los pobres es una opción o una forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana” (SRS 42)
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La Doctrina Social de la Iglesia, como vimos en una anterior entrada de este blog, defiende el destino universal de lo bienes, es decir, que los bienes de la tierra son para todas las personas que la habitamos.
Para lograr que esto se de en nuestra sociedad, no solo tenemos que cambiar el objetivo económico (como vimos en su momento) sino que es necesario que llevemos a la práctica otro principio que es la opción preferencial por los más desfavorecidos.
Cuando nuestro objetivo económico es que todos tengan lo suficiente debemos comportarnos de manera coherente para intentar lograr este fin de la manera más eficaz posible. Para ello, la preocupación no puede centrarse en aquellos que tienen más, en aquellos que ya cuentan con su parte de la creación.
Al contrario, lo que precisamos es garantizar que quienes peor están puedan acceder a la parte que les corresponde para alcanzar unos ingresos suficientes para tener una vida digna.
Por ello, la prioridad para una sociedad que quiera organizarse para lograr este objetivo tienen que ser quienes peor están. Como una familia que siempre pone más energías en aquel de sus componentes que está pasándolo peor en ese momento, así la sociedad debería centrarse en quienes tienen más necesidades, en quienes tienen más problemas para llegar a ese mínimo necesario para llevar una vida digna.
Esta manera de entender el desempeño económico es lo que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo ha denominado enfoque de la privación para contraponerlo al enfoque agregado. Esta manera de entender el desarrollo y el desempeño económico considera que este no mejora cuando lo hacen las cifras agregadas como el PIB sino cuando mejoran quienes peor están.
La manera de analizar si una sociedad mejora económicamente no es hacerlo a través del PIB, no es ver si ha habido crecimiento económico, sino si hay menos pobres. Las sociedades avanzan, según esta visión, en la medida que hay menos personas que no tienen lo suficiente para vivir, en la medida que la pobreza se reduce y hay un número mayor de personas que alcanzan niveles dignos de vida.