Autores

Trinidad Ried

Trinidad Ried

El peso del legado

El legado no es algo que se controle o se pueda disponer a voluntad, pasando todo por un crisol que deje el oro desprovisto de todo el resto del mineral. Somos seres complejos y llenos de matices, y así nos recordarán

La vida, un mosaico para armar

Hay experiencias que no queremos “pegar” porque nos duelen y nos “abollan” el alma. Sin embargo, el misterio insondable de esas piezas “sombrías” es lo que permite que otras se destaquen y se creen las vetas donde la luz se realza y hace una obra de arte maravillosa.

Para no olvidar: uno propone y Dios dispone

En el fondo, Dios, con la madre naturaleza, nos está dando vuelta a las estructuras para que seamos conscientes que somos seres espirituales, sus hijos amados, y que debemos ordenarnos por el amor y no por el temor.

Atada (IV): vejez temporal

Ser auténtica y coherente con mis necesidades me da permiso para ser feliz con toda mi fragilidad y ambigüedad. Despojarme de la juventud y aceptar mi edad, sin máscaras ni mentiras, me ha espantado a ratos la soledad mordiente.

Pedro y Judas en la cárcel de Santiago

En la cárcel, acompañando a condenados por abusos sexuales, he sido testigo del cambio interior en hombres que han cometido delitos, pero que se comportan con una humanidad, un delicadeza y un ternura casi maternales
Catequesis de la JMJ de Cracovia 2016

Redescubriendo la fe en los jóvenes de hoy

Yo creo que nuestros hijos jamás van a tener la fe que nosotros tuvimos. Es una afirmación fuerte, pero considero que es una oportunidad más que una tragedia.

Atada (III): resistir la picazón

La picazón del alma es difícil de ser contenida o consolada y, las más de las veces, se vive en profunda desolación y te aíslas de los demás.

La encarnación del Espíritu Santo

Si nos observarnos como humanidad, sociedad e Iglesia, quizás estamos mucho más cerca de una Torre de Babel, inundada de luchas de poder, incomunicación, conflictos, desconfianza, individualismo y guerras, que de un Cenáculo donde todos hablamos la misma lengua del amor.

Atada (II): empatía de la A la Z

A veces nos cuidamos como si el mismo Dios nos habilitara, “Tú en mí y yo en Ti”, pero también sucumbimos al demonio interior que nos flagela, haciéndonos sentir una carga, inútiles y culpables de lo que nos pasó.

Atada (I)

El que otros me cuiden es un idioma que no sé hablar y, entre balbuceos y ensayos, voy aprendiendo a dejarme amar, pero me siento torpe, inexperta en recibir sin dar.