Tribuna

Descartar a los ancianos para sobrevivir al coronavirus: eutanasia en estado puro

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Hoy me he desayunado con esta noticia: “Médicos holandeses rechazan tratar en la UCI a los mayores infectados y prefieren dejarlos morir en sus casas”. Tremendo. Lo que parecía una simple ’boutade’ del jefe de Epidemiología Clínica del Centro Médico de la Universidad de Leiden no es tal, y ya son varias las figuras relevantes de la medicina holandesa que han salido a apoyarlo. Ageísmo en estado puro.



Esto ocurre en el país pionero de la eutanasia: ahora entenderán ustedes por qué algunos llevamos años denunciando el caldo de cultivo de la eutanasia, que nos aboca al fracaso como comunidad humana. El mismo país que rechaza implementar mecanismos de solidaridad económica europea, pero le pide a Bélgica que le deje llevar a enfermos holandeses a las UCI belgas porque no tiene sitio suficiente en sus propios hospitales. Cinismo en estado puro.

¿Cuestión de economía?

Pero el asunto no se queda solo en los Países Bajos. El vicegobernador de Texas, Dan Patrick, que cumplirá en unos días los 70 años, aboga claramente por priorizar la economía sobre la supervivencia de los mayores. «Los que tenemos 70 años o más nos cuidaremos nosotros mismos, pero no sacrifiquemos al país», contestó Patrick cuando le preguntaron por el coste humano del levantamiento de medidas que él preconiza. «Creo que hay muchos abuelos que coincidirían conmigo en que quiero que mis nietos vivan en el Estados Unidos en el que yo viví. Quiero que tengan una oportunidad de alcanzar el sueño estadounidense». Supremacismo y neoliberalismo en estado puro.

Un sanitarios lleva a un enfermo a la puerta de urgencias del hospital Universitario de Burgos/EFE

Un sanitarios lleva a un enfermo a la puerta de urgencias del hospital Universitario de Burgos/EFE

Pero no veamos la paja en el ojo ajeno, mientras obviamos la viga que tenemos en el nuestro. Porque las decenas de muertes ocurridas en nuestros geriátricos en circunstancias calamitosas también son para hacernos sonrojar de vergüenza y culpa.

Calidad de vida

Tener 80 o 90 años hoy es algo común. Llegar a los 100 años ya no es ninguna cosa de otro mundo: sin ir más lejos, en Galicia, la Comunidad que me vio nacer y en la que vivo, hay ya unas 1.800 personas con esa edad, y casi todas con buena calidad de vida.

La discriminación de las personas por la sola razón de su edad (ageísmo, edadismo, etaísmo… tiene todos esos nombres y seguro que hay alguno más que yo desconozco) es igual o peor que el racismo o el machismo, por decirlo de alguna manera. Es una inmoralidad como la copa de un pino. Pero, además, es injusto: porque esas personas, hombres y mujeres que en circunstancias muy difíciles -nuestra guerra civil, la segunda guerra mundial- supieron sacrificarse por el bien común, para construir el estado de bienestar del que hoy disfrutamos.

No podemos asistir impasibles ante hechos como este, que no son más que el resultado del derrumbe y la deconstrucción del modelo ético y antropológico tradicionales.

Lo dicho: NO al ageísmo, NO a la eutanasia; SÍ a una cultura de la vida, SÍ a una sociedad inclusiva en la que todos sus miembros valen lo mismo porque tienen dignidad y no precio. Hay que redoblar esfuerzos en ese sentido.