En plena crisis por el coronavirus, el primer ministro, Viktor Orbán, ha aprovechado su mayoría parlamentaria para conseguir que las Cortes validen su propuesta para combatir la pandemia: lo que pasa por arrogarse plenos poderes para gobernar por decreto y por un tiempo indefinido.
Algo que ha propiciado el malestar público de varios gobiernos de la Unión Europea y que los representantes de 13 delegaciones nacionales que integran el Partido Popular Europeo (entre ellas no estuvo la española) en Bruselas pidieran ayer su expulsión de este bloque en el Parlamento Europeo.
Todos son “soldados”
Entre las medidas más polémicas que pretende implementar el dirigente nacionalista está imponer penas de cárcel entre tres y ocho años para ciudadanos que se salten el confinamiento, así como a periodistas que “perjudiquen” la lucha contra el virus con informaciones que “tergiversen los hechos, atenten contra la verdad o siembren el pánico en la población”. Para Orbán, este es un tiempo de “guerra” y todos los húngaros han de actuar como “soldados”.
Entre los críticos contra este autoritarismo (su primer proyecto de ley, muy alejado de la lucha contra el coronavirus, es frenar que las personas transexuales puedan inscribirse en el registro con otro género) no está la Conferencia Episcopal Húngara, que no ha hecho ningún pronunciamiento oficial sobre la cuestión desde que Orbán planteara concentrar el poder.
La fe, individualmente y en familia
Significativamente, su último comunicado, de ayer, jueves 2 de abril, recuerda que, al no haber misas para los fieles mientras continúe el estado de alarma que se inició el 11 de marzo, los fieles han de “celebrar el misterio de nuestra redención en la fe y el espíritu, individualmente y en familia”.
“En vista –concluyen los obispos– de la necesidad de regular la Semana Santa a nivel parroquial, confirmamos que nuestras disposiciones anteriores también se aplican a la Semana Santa. Pedimos a los sacerdotes que observen las normas de salud en la medida de lo posible cuando existe una necesidad urgente de confesión personal por parte de un creyente. Aquellos que no tengan la oportunidad de realizar su Sagrada Comunión en Pascua, pueden hacerlo más tarde”.