Mucho antes de tener que hacer frente al coronavirus, José María Cantal Rivas tuvo claro, “desde pequeñito, que quería ser misionero en África”. Así, a los 18 años, este granadino dio el paso con los padres blancos. Después de ser ordenado, en 1993, en su parroquia de la Virgen de Gracia (Granada), estuvo cinco años en Burkina Faso, dedicado al apostolado rural. “Tras un tiempo en España, cuidando de mi madre enferma y trabajando en la animación misionera”, enseguida supo que “el tiempo de volver se acercaba”.
Puesto que “sentía que el mundo y la Iglesia necesitarían a cada vez más gente que hubiera estado en contacto con el islam”, él mismo dio el paso: “Pedí ser nombrado a Argelia, y aquí llegué en 2002, justo un año después del 11-S”.
Estudió árabe
Lo primero que hizo fue estudiar árabe, siendo su primer destino una biblioteca para estudiantes de Medicina dirigida por los padres blancos en Orán. Su siguiente reto, entre 2009 y 2015, fue ejercer de provincial de su orden para Argelia y Túnez.
“En 2011–rememora–, lancé ‘Escuela de la diferencia’, un proyecto educativo para promocionar la interculturalidad en Argelia. Ahora mismo, compagina este compromiso con su presencia en la comunidad ligada a la Basílica Nuestra Señora de África, en Argel, la capital del país.
Diálogo interreligioso
“La pequeña comunidad cristiana –cuenta– nos requiere para celebraciones en francés, árabe, español e inglés. Pero también formamos a catecúmenos y damos cursos de formación cristiana, presenciales u online”. Además, fieles a su carisma, los padres blancos de Argel están muy implicados “en el apostolado de la cultura como una forma de diálogo interreligioso”, lo que plasman a través de conciertos mensuales, jornadas marianas islamo-cristianas, clases de canto y órgano, exposiciones culturales o visitas guiadas a la basílica, recibiendo más de 80.000 visitantes anuales. Por si fuera poco, Cantal imparte cursos de inteligencia emocional y forma parte de la comisión diocesana de prevención de abusos sexuales.
Sin embargo, todo está hoy en suspenso por el coronavirus… “A finales de febrero, el obispado nos dio una serie de consignas litúrgicas y para reuniones, con vistas a reducir el posible contagio del Covid-19. El 14 de marzo suspendimos la misa en español, dado que entre la comunidad hispanohablante había gran inquietud. El 16, cerramos la basílica a las visitas, pero seguimos diciendo misa. Y, al día siguiente, el Ministerio de Asuntos Religiosos nos informaba de que se cerraban mezquitas e iglesias, no debiendo haber culto con público”.
Toque de queda
Ahora mismo, rige el confinamiento y un toque de queda impide salir de casa desde las tres de la tarde a las siete de la mañana. Por ello, han de volcarse con la gente: “Las familias más pobres vienen a pedir alimentos, sobre todo en casa de las monjas, pues el precio de todos los comestibles ha aumentado. Yo he difundido mis direcciones en las redes sociales por si alguien necesita hablar debido al estrés o a la pérdida de un ser querido. Así, hay gente que nos llama también para tener noticias de su familia en España”.
La ola solidaria la reciben de vuelta los propios religiosos, muy respetados por la población local en Argel: “Algunos nos traen de comer o incluso mascarillas hechas en casa; amigos médicos me han pedido el contacto de la señora camerunesa que las fabrica, pues hay escasez de mascarillas en el país y las cosidas por esta mujer les perecen de muy buena calidad. Otras personas nos han llamado para pedirnos la dirección de las religiosas que tienen una maternidad en la ciudad de Blida (que está completamente confinada), para llevarles lo que necesiten: comida, productos de desinfección, lejía… E incluso recargas del crédito de sus teléfonos móviles”.
Sin ingresos
“Nuestra única fuente de ingresos –se lamenta– son las ofrendas hechas en la basílica y las ventas de la pequeña tienda, donde vendemos miel, postales, mermelada, libros o recuerdos. Al no tener visitas, no tenemos ingresos y, para ayudar a otros, aunque sea mandando giros postales, tenemos que sacar de las reservas”.
“Cada día –concluye Cantal– rezamos por las víctimas de la pandemia y por todos los que están haciéndole frente. Y, por supuesto, cada día rezo por mi familia en España”.
Fondo de emergencia
Este misionero es un fiel ejemplo de la Iglesia en salida a la que el Papa quiere ayudar en un momento de gran dificultad. De hecho, Francisco ha creado un fondo de emergencia misionero con 700.000 euros para paliar el coronavirus. Estos recursos se distribuirán por medio de Obras Misionales Pontificias (OMP) en los territorios de misión más necesitados como consecuencia de la pandemia.