“Seguramente la palabra profundidad, repetida una y otra vez en sus cartas y discursos, es la que mejor resume la meta a la que quiso conducir a la Compañía cuando esta le confió su dirección como general”. Con estas palabras ha recordado hoy Antonio España, provincial de los jesuitas en nuestro país, al superior general de la Compañía de Jesús entre 2008 y 2016, Adolfo Nicolás, fallecido hoy en Tokio a los 84 años.
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El religioso español llevaba varios meses hospitalizado a consecuencia de una larga enfermedad. Nacido en Palencia en 1936, Nicolás anunció en 2014 su voluntad de renunciar al liderazgo de la más numerosa e influyente de las órdenes religiosas masculinas, por razones de enfermedad. Tras dejar Roma y despedirse de su familia en Madrid, se había trasladado a Manila, para apoyar, en la medida en que sus fuerzas aún se lo permitían, con su presencia y su consejo, el Instituto Pastoral de Manila, del que años atrás fue director, según relata el provincial.
Cuando su salud se debilitó aún más y él mismo percibió la necesidad recibir atención en una enfermería, pasó a vivir en la Loyola House de Tokio, provincia a la que pertenecía desde 1961 y en la que había sido profesor de teología, rector del escolasticado de la Compañía, provincial y encargado del Centro Pastoral para Inmigrantes, como recuerda España.
“Una relación profunda con Dios”
“Siempre quiso para los jesuitas una relación con Dios profunda, transparente y sencilla, una manera de abordar los problemas y les impulsó a que afrontaran con rigor cualquier tipo de acción pudieran que emprender, sobre todo en los campos del diálogo interreligioso, la inserción con los más pobres y la inculturación”, afirma España.
Por su parte, sus compañeros del noviciado de Aranjuez y de la Facultad de Filosofía de Alcalá de Henares, así como los que lo acompañaron durante los años de su doctorado en el Colegio Bellarmino de Roma, “han seguido manteniendo con él lazos muy estrechos de leal y sincera amistad y recuerdan con afecto la naturalidad y seriedad de su entrega al Señor, su incansable capacidad de trabajo, su inteligente sentido del humor, su pasión por el diálogo con las culturas y la profundidad de su pensamiento”, insiste el provincial en una carta a los jesuitas españoles.
“Ahora que nos ha dejado a los 84 años de vida y 67 de vida religiosa, le recordamos con gratitud y nos hacemos conscientes de tener un importante intercesor cerca del Padre”, reconoce España, que invita a todos los jesuitas a celebrar una Eucaristía en acción de gracias por la vida de Nicolás.