“Comparto la sana impaciencia de aquellos que a veces piensan que podríamos y deberíamos esforzarnos más” en la búsqueda de la comunión plena como cristianos. Así se pronuncia el papa Francisco en una carta al cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, con motivo del 25 aniversario de la encíclica ‘Ut unum sint’ de Juan Pablo II.
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“En este aniversario, doy gracias al Señor por el camino que nos ha permitido recorrer. No debemos dejar de confiar y de agradecer: se han dado muchos pasos en estas décadas para sanar heridas seculares y milenarias; ha crecido el conocimiento y la estima mutua, favoreciendo la superación de prejuicios arraigados; se ha desarrollado el diálogo teológico y el de la caridad, así como diversas formas de colaboración en el diálogo de la vida, en el ámbito de la pastoral y cultural”, ha subrayado el Papa en su misiva.
Francisco ha recalcado que Wojtyla, “con la mirada puesta en el horizonte del Jubileo de 2000, quería que la Iglesia, en su camino hacia el tercer milenio, tuviera en cuenta la oración insistente de su Maestro y Señor: ‘¡Que todos sean uno!’ (cf. Jn 17,21). Por ello, escribió esa encíclica que confirmó ‘de modo irreversible’ (UUS, 3) el compromiso ecuménico de la Iglesia católica”.
El Concilio Vaticano II
Mirando el camino recorrido, Jorge Mario Bergoglio se ha detenido en el Concilio Vaticano II, que “reconoció que el movimiento para el restablecimiento de la unidad de todos los cristianos ‘ha surgido […] con ayuda de la gracia del Espíritu Santo’ (‘Unitatis redintegratio’, 1). También afirmó que el Espíritu, mientras ‘obra la distribución de gracias y servicios’, es ‘el principio de la unidad de la Iglesia’ (ibíd., 2). Y la encíclica ‘Ut unum sint’ reitera que ‘la legítima diversidad no se opone de ningún modo a la unidad de la Iglesia, sino que por el contrario aumenta su honor y contribuye no poco al cumplimiento de su misión’ (n. 50). De hecho, ‘solo el Espíritu Santo puede suscitar la diversidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, producir la unidad. […] Es él el que armoniza la Iglesia’.
En el camino hacia la comunión plena, Bergoglio cree “importante” recordar el trayecto recorrido y “escudriñar” el horizonte con la encíclica ‘Ut unum sint’, “preguntándose: ‘Quanta est nobis via?’ (n. 77), ‘¿cuánto camino nos separa todavía?’. Algo es cierto, la unidad no es principalmente el resultado de nuestra acción, sino que es don del Espíritu Santo”. Por lo tanto, “invoquemos al Espíritu con confianza, para que guíe nuestros pasos y cada uno escuche con renovado vigor el llamado a trabajar por la causa ecuménica; que Él inspire nuevos gestos proféticos y fortalezca la caridad fraterna entre todos los discípulos de Cristo, ‘para que el mundo crea’ (Jn 17,21) y se acreciente la alabanza al Padre que está en el Cielo”, ha concluido tras renovar su agradecimiento a todos los miembros del dicasterio.