La Iglesia de Río de Janeiro se desmarca de Bolsonaro y los líderes evangélicos: sin misas para proteger a los fieles del Covid-19

La Iglesia de Río de Janeiro se desmarca de Bolsonaro y los líderes evangélicos: sin misas para

Mientras el coronavirus hace estragos en la población brasileña (se han superado los 400.000 casos de contagio y se rozan las 26.000 muertes oficiales), continúa el pulso entre los gobernadores regionales que defienden la necesidad del confinamiento, y el presidente, Jair Bolsonaro, y los gobernadores de su partido que rechazan los criterios sanitarios y anteponen los intereses económicos, negándose a frenar la actividad.



Un choque cada vez más evidente y que tiene su trasfondo religioso, defendiendo la Iglesia católica anteponer la salud de los brasileños por encima de todo (lo que también implica no celebrar misas públicas), mientras que varias Iglesias evangélicas, muy poderosas y ligadas a Bolsonaro, defienden lo contrario: los fieles a Dios “no se contagiarán”. Por tanto, son más que bienvenidas ceremonias con hasta 12.000 asistentes, como ya ha ocurrido estos días. Algo aprobado por decreto por el presidente, rompiendo, por cierto, una orden judicial que lo impedía.

Mientras la pandemia no esté “controlada”

El último episodio se ha dado en la Archidiócesis de Río de Janeiro, que ha anunciado que, pese a poder abrirlas (tras establecerlo este lunes así el alcalde, el pastor evangélico Marcelo Crivella, aliado de Bolsonaro), mantendrá sus iglesias cerradas mientras la pandemia no esté “controlada”.

“La Archidiócesis –ha anunciado en un comunicado– está atenta al desarrollo de la pandemia y, por eso, la apertura de las parroquias y capillas tan solo ocurrirá cuando se garantice un control efectivo de la enfermedad. Mientras tanto, los fieles seguirán recibiendo asistencia espiritual a través de internet y de los medios digitales”.

Lo primero, la salud

El arzobispo de Río de Janeiro, Joao Orani Tempesta, que ha consensuado la decisión con sus siete obispos auxiliares, ha recalcado que “nos preocupamos por la vida humana y espiritual. Queremos el bien de las personas y, por eso, queremos que tengan salud”.

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