¿Defendió Jesús el capitalismo?


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Sin duda, la aprobación por parte del Gobierno de la llamada “renta mínima vital”, en lo que tiene de preocupación por muchos de aquellos que peor lo pasan, ha traído a la memoria de no pocos un elemento nuclear del cristianismo: la caridad, es decir, ese amor desinteresado por el otro que vemos a lo largo de toda la historia de la Iglesia. Así ocurre, por ejemplo, en los sumarios de los Hechos de los Apóstoles, donde se dice que no había pobres en la comunidad de Jerusalén (Hch 4,34).



La parábola de los talentos

Sin embargo, entre las páginas del evangelio también hallamos alguna en la que parece que el valor que se propugna es bien distinto. Me refiero a aquella en la que leemos la conocida como parábola de los talentos (Mt 25,14-30; Lc 19,11-27), donde un rico propietario deja a sus empleados una suma de dinero y se marcha. A la vuelta, estos empleados rinden cuentas ante su señor. Este alaba la conducta de los dos primeros empleados, que han sabido hacer fructificar el dinero, mientras el tercero es recriminado por haber enterrado la suma que le habían dejado.

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Algunos autores han hablado del “capitalismo” de Jesús, pero no hay que olvidar que estamos ante una parábola que pretende “provocar” a los oyentes. De hecho, se ha señalado que el auditorio galileo de esta parábola se habría sentido escandalizado al escucharla, habida cuenta de que, en la antigüedad, el concepto que se tenía era el de una economía cerrada, de “suma cero”, que hacía sospechar del crecimiento económico. Eso explica que los Santos Padres, por ejemplo, pudieran decir que los ricos, o eran ladrones o hijos de ladrones, porque pensaban que el enriquecimiento de unos solo se podía hacer a costa del empobrecimiento de otros (cosa que hoy algunos todavía siguen pensando).

Probablemente, un campesino galileo habría alabado la postura del tercer empleado de la parábola, y habría visto como codiciosa la de los dos primeros. Justamente al revés de la valoración del relato que cuenta Jesús. Por eso hay que considerarlo como una provocación, junto al contexto de la parábola: hay que estar preparados y hacer todo lo que esté en nuestra mano para ayudar al establecimiento de un Reino de Dios cuya llegada se consideraba inminente.