“Se necesitan almas contemplativas, no solo las que vivimos en el claustro. La oración es el alma de todo apostolado”. Es la reflexión que lanza en plena Jornada Pro Orantibus la abadesa de las clarisas de Soria, uno de los conventos españoles de referencia en nuestro país que han vivido en los últimos años un profundo proceso de renovación y de primavera vocacional.
- LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitar’, la meditación del papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Sor María Concepción de Jesús le resta importancia, pero los números hablan de una comunidad de 52 monjas. Cada año una o dos jóvenes deciden dar el paso y entran en su convento. Tanto es así que ya tienen dos fundaciones en Mozambique y en Zimbabue. “La mitad tienen de 80 años para arriba, pero contamos unas jóvenes volcadas con ellas. Somos todas una misma familia”, apostilla esta religiosa sobre un monasterio que además ha sido y es casa de acogida para aquellas religiosas mayores que se ven abocadas a cerrar sus conventos. Ya les ocurrió con un convento en Almazán y, en breve, abrirán sus puertas a las clarisas de Molina de Aragón.
Acoger y acompañar
“Es un momento muy difícil y delicado para ellas, porque en el fondo, todos somos humanos y tenemos apego a nuestros espacios y costumbres. Por eso hacemos un especial esfuerzo para acoger y acompañar, hacerles que se sientan una más”. En cualquier caso, sor Concepción sabe que “al final el tiempo de adaptación es pequeño, porque, nuestra vida es muy parecida. Cuando uno vive en el Señor desde la entrega y la fraternidad, es fácil descubrir que todas somos hermanas. Se trata de tener un alma abierta a la orden y no encerrarte en la pequeñez de tu monasterio. Por eso es muy importante estar federadas”.
Y es que el nuevo conjunto normativo sobre vida contemplativa femenina que integran la constitución Vultum Dei quaerere y la instrucción Cor Orans han facilitado el apoyo entre las comunidades y su reagrupación gracias a la promoción de las federaciones. De la misma manera también ha establecido los criterios y el proceso para cerrar comunidades con el fin de limitar situaciones dramáticas en lo afectivo, pero también en lo económico y patrimonial. Un trabajo realizado desde Roma para hacer frente al déficit vocacional que ha provocado que en España se cierren una media de dos conventos al mes.
Aun así, en la abadesa de Soria no cunde el pesimismo: “Esperemos tener relevo, porque al que más le interesa el Señor. Los hilos se mueven desde el cielo, pero es cierto que Dios ha desaparecido de la sociedad, no se le reconoce y eso lo estamos palpando todos ”. Al hilo de esta cuestión, sor Concepción comenta que “si faltaran los contemplativos, faltaría el corazón oculto de la Iglesia que está bombeando, por ejemplo, a tantos misioneros para anunciar el Evangelio”.