Rafael Salomón
Comunicador católico

Estamos a tiempo


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El confinamiento debería enseñarnos algo, sería muy triste que volviéramos a ser los mismos después de todo este tiempo encerrados.



Sin embargo, la realidad es otra, este periodo de aislamiento de acuerdo a estadísticas mundiales de hábitos y consumo (Organización Mundial de la Salud), mostraron los siguientes datos: En cuanto al tema alimenticio, se siguieron consumiendo aquellos considerados como comida “chatarra”, se incrementó la permanencia en “streaming” de series y películas de terror. Las ventas de libros digitales permanecieron igual, es decir, ni para adelante, ni para atrás.

La violencia doméstica repuntó y alcanzó niveles de alerta en todas las ciudades del mundo. El estrés aumentó por razones como falta de empleo o pérdida del mismo, también se demostró que trabajar en casa no es tan recomendable como se había pensado, porque se incrementaron las horas laborales, así como el tiempo dedicado al trabajo y se perdieron los límites de horarios de oficina, ya que en esta modalidad cualquier momento es propicio para enviar mensajes, consultar o preguntar.

Una gran cantidad de seres humanos seguirán haciendo lo mismo, siendo las mismas personas, ni la muerte a la que nos enfrentó el Coronavirus pudo cambiar algunas de nuestras costumbres, muchos pensadores, filósofos y teólogos apostaron y reflexionaron por una transformación real; una vez más, quedó de manifiesto que el cambio es algo que tardará más tiempo.

Es por ello que expongo esta propuesta que nace desde la sencillez del amor: Aún estamos a tiempo para creer, confiar y para dejar entrar a Dios en nuestro corazón, estamos a tiempo de mirar al mundo y hacerlo con “otros ojos”, diferentes y reparar nuestras equivocaciones, pedir perdón a quienes ofendimos y dar perdón a quienes nos ofendieron. Ha llegado el momento de comenzar a salir (de manera gradual), de levantarse, de secar las lágrimas y volver a vivir una vez más.

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Ya no podemos dejarlo para mañana o para otra pandemia. Estamos a tiempo para rechazar el mal, para alejarnos de todo lo que nos ha hecho daño, para vivir en libertad ¿qué más necesitamos para cambiar? Es una oportunidad muy valiosa para encontrarnos con nosotros mismos, es un tiempo que pudimos o debimos aprovechar para crecer y madurar como seres humanos.

Estamos a tiempo de recapacitar, detengámonos y no perdamos esta oportunidad, no solo es tiempo valioso, se trata de vida, es la permanencia en este mundo y la huella que por amor dejaremos. Valoremos este instante y reflexionemos que lo importante es aquello que no se puede contar, guardar, acumular, vender o cambiar. El verdadero tesoro es espiritual. Estamos a tiempo, no lo dejemos pasar, si has llorado es momento de levantarse y continuar, si estás llorando, hazlo con todo el sentimiento de soledad y dolor, que habrá tiempo en donde la alegría vendrá.

Vivamos y regresemos al camino, enmendando los fallos, dejemos a un lado el orgullo, llegó el momento de empequeñecer al ego y darle paso a la humildad, a veces sufrimos por nuestra importancia personal. Aceptemos el desengaño, reconciliémonos con las enfermedades, aceptemos la muerte y regresemos sin culpa al camino, la verdad y la vida.

“…Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”.  Juan 14, 6

Dejemos de quejarnos por el pasado que ya nada podemos hacer por el. Es tiempo de eliminar las desigualdades, de reparar la injusticia que ataca de raíz la salud de toda la humanidad. Volvamos a mirar al mundo con esperanza, con anhelos y con verdaderas ganas de vivir, que al final de cada día terminemos agotados por tanto que amamos. ¡Aún estamos a tiempo!