La Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), que reúne a cerca de 2.000 congregaciones religiosas femeninas a las que pertenecen 658.000 monjas de vida apostólica, se ha dotado de una herramienta poderosa para responder a las consecuencias del coronavirus. Se trata de un fondo de 900.000 euros para ayudar a los institutos, tanto en el cuidado de las hermanas más ancianas como en el mantenimiento de sus ministerios.
- LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitar’, la meditación del papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Se han beneficiado ya órdenes con presencia en España, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela y Brasil, además de en Italia y en los países del África francófona. Son las conferencias de religiosas locales y las delegadas regionales de la UISG las encargadas de localizar a las congregaciones que necesitan ayuda económica de este fondo de solidaridad. La mitad del dinero ha sido aportada por diversas fundaciones de Estados Unidos y Europa, mientras que la otra mitad la han donado institutos religiosos femeninos de todo el mundo.
“Hay congregaciones que están sufriendo mucho, que deben afrontar muchos gastos adicionales por la pandemia y para llevar adelante sus proyectos. Hay algunas, en países africanos y asiáticos, que casi no pueden comprar comida, medicinas, ni dispositivos de protección como las mascarillas por la falta de ingresos debido a las dificultades causadas por el COVID-19”, explica a Vida Nueva Patricia Murray, secretaria ejecutiva de la UISG.
Sin dinero
En países europeos como España e Italia, los mayores problemas han venido por el gran número de religiosas ancianas, más vulnerables a la enfermedad. “Nos han pedido ayuda para comprar productos de limpieza necesarios para evitar contagios. Incluso, algunos monasterios han acudido a nosotras porque con el confinamiento se han quedado sin su modo habitual de sacar fondos: las casas de retiro y la venta de los productos que fabrican. Les falta dinero para sostenerse”.
En España e Italia este fondo ha servido para llevar ayuda a residencias de ancianos gestionadas por religiosas. También para que pudieran mantener sus proyectos sociales, de los que se benefician unas 4.000 familias vulnerables. “Está siendo una gran ayuda”, dice Murray, que advierte que muchos institutos han perdido a hermanas por la pandemia.
“No sabemos cuántas monjas han fallecido en total. Debemos respetar la privacidad de cada institución, ya que algunas no han querido comunicar cuántos miembros han muerto. Son situaciones muy dolorosas, pues el coronavirus se lleva a hermanas que lo han dado todo”.