A pesar de que el inicio de cursos en los seminarios mexicanos está contemplado para el mes de agosto, cada obispo del país deberá valorar la conveniencia de esto, de acuerdo con un documento publicado por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
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Y es que, a la fecha, todavía 15 estados del país se encuentran en el semáforo epidemiológico en color rojo, que indica grandes riesgos de contagio de Covid-19.
Sin embargo, a través de un documento firmado por la Dimensión para los Seminarios de la CEM y la Organización de Seminarios Mexicanos (OSMEX), se establecen algunos lineamientos importantes para los seminaristas.
Entre ellos, destaca el hecho de que, una vez regresando al seminario, los alumnos deberán evitar al máximo cualquier salida de las instalaciones.
Además, pide implementar protocolos de higiene personal y ambiental; respetar la norma de la sana distancia de 1.5 a 2 metros, no saludar de mano, evitar el contacto físico, así como utilizar cubrebocas y gel antibacterial durante las clases.
Pide también a las casas de formación tomar en cuenta tanto la normatividad dada por las autoridades civiles en materia de protocolos de higiene, así como los lineamientos y orientaciones ofrecidos por la CEM y por cada Obispo en su diócesis, para la reapertura de las actividades pastorales en las comunidades diocesanas.
Prepararse para la adversidad
“Esta compleja situación en la que nos encontramos implica un discernimiento especial para reanudar la vida comunitaria en los seminarios, y nos pide una respuesta generosa, motivada por el amor a Jesucristo y a su Iglesia”, señala el texto.
En este sentido –añade–, es un reto mantener los procesos formativos conforme al perfil e itinerarios sacerdotales establecidos en las Normas Básicas y Directorios de formación sacerdotal, y adecuarlos a este contexto histórico de la pandemia Covid-19.
Otro punto importante del documento es el llamado que hace para que el regreso al seminario se aproveche para reflexionar y trabajar mejor las dimensiones humana y espiritual de los alumnos, “pues estábamos habituados a una formación con la seguridad de una vida ministerial en situaciones favorables de recursos y ambientes”.
Hay que formar con un horizonte a futuro que incluya el desafío de una personalidad humana y cristiana lo suficientemente “madura y creativa, sólida y arraigada en Cristo, para el ministerio sacerdotal en situaciones adversas y de imprevistos”.
Finalmente, se refiere a la formación intelectual de los futuros sacerdotes, aprovechando las nuevas tecnologías de comunicación, y pastoral, pues “la realidad post-pandémica nos obliga a replantear la modalidad y la intensidad de las actividades apostólicas”.
El documento completo con los lineamientos y orientaciones puede ser consultado en este enlace.