Cuando explotó todo, estaba en Polonia, pero pudo regresar a Roma. Desde allí, el ministro general de los franciscanos conventuales, el argentino Carlos A. Trovarelli, ha seguido esta pandemia global “intentando comprender lo que estaba sucediendo y cómo teníamos que reaccionar, porque los comunes mortales no pensábamos que de un día para otro podría suceder esta tragedia que nos ha llevado a retomar las preguntas esenciales y la reflexión ética”.
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Apenas lleva un año al frente de la orden y ha viajado a Madrid para acompañar a sus frailes en el XXI Capítulo de la Provincia de España de una de las órdenes con mayor arraigo en la historia de la Iglesia. Desde El Pardo, ha invitado a sus hermanos a “pensar en una reestructuración de las presencias, quizás reduciendo algunas y potenciando otras”, con el fin de “mantener viva la pastoral juvenil y vocacional”, y alentar la formación permanente “no entendida solo ni principalmente como capacitación, sino como promoción de los espacios fraternos”.
PREGUNTA.- Reflexión franciscana del Papa ante la crisis del coronavirus: “Dios perdona siempre, nosotros a veces y la naturaleza nunca”…
RESPUESTA.- El COVID-19 ha puesto de manifiesto la urgencia de hacer realidad la ecología integral. No podemos vivir aislados, somos responsables del otro y, juntos, de la Casa común.
P.- Es el 120º sucesor de Francisco de Asis. ¿Qué les queda de herencia?
R.- Queda todo, porque en la familia franciscana, no solo en los franciscanos conventuales, se vive al estilo del santo de Asís, que no es otro que el del Evangelio. Convivo con personas que encarnan literalmente lo que Francisco vivió. No podemos olvidar que la historia nos va añadiendo algunos matices que se van sumando, pero también otros de los que nos vamos despojando. Nuestro desafío es confrontarnos constantemente con esa experiencia inicial de Asís.
P.- ¿Y de qué toca despojarse?
R.- De la hegemonía de las estructuras que opacan el Evangelio. No hablo de eliminar las estructuras en sí, que las necesitamos. Tenemos tendencia a acomodarnos cada vez más, una dinámica que debemos romper; debemos estar atentos a vivir para el carisma y no para la estructura. La estructura tiene que estar al servicio del carisma y no al revés.
Reforma eclesial
P.- Reformar la estructura eclesial le está suponiendo más de un disgusto al Francisco de hoy…
R.- Le está costando mucho, pero está marcando mucho el presente y el futuro de la Iglesia. Probablemente, él no alcance a ver todo lo que desea, pero la reforma está instalada y el proceso se ha iniciado.
P.- Usted tenía trato con el arzobispo de Buenos Aires en tanto que era provincial en Argentina. ¿Cómo vivió la fumata blanca?
R.- Cuando escuché el nombre de Bergoglio, caí literalmente de rodillas al suelo y dije: “¡Pobrecito!”. Inmediatamente, pasó de ‘pobrecito’ a poverello. No me lo podía creer, lo acogí con mucha alegría y lo viví como un cuestionamiento como franciscano.
P.- Francisco de Asís siempre ha sido un santo con tirón, pero este pontificado, con Laudato si’, le ha situado en primera línea…
R.- Es un kairós. El aporte de Francisco es profético, en tanto que es capaz de decir una palabra de vida, una palabra incómoda ante cuestiones que son difíciles y peligrosas como las que se desprenden de la encíclica. El servicio que está haciendo es contagiar los valores franciscanos a la Iglesia, y que era necesario que se dijeran.