Pensares desde la cátedra.
Tener la oportunidad de ser docente en la universidad es una bendición; pero, ser docente en los últimos años de la carrera de teología: es todo un reto.
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Caminar con los alumnos en tercero y cuarto de teología, dando Teología Pastoral me hacían pensar en mi paso como alumno, por eso el reto era mayor; debido a que en mi experiencia ministerial, como sacerdote desde hace 21 años y como párroco desde hace 16, me hacen ver la gran necesidad de tener claro una pastoral bien fundamentada, pero con un horizonte más amplio que el solamente ser una pastoral de mantenimiento.
Las comunidades requieren pastores que puedan efectivamente vivir el misterio celebrado, la palabra explicada, pero también necesitan la voz y el compromiso de pastores que acompañen sus procesos de liberación integral, dónde mirar y entender profundamente la realidad, es darle una ruta comprometida para actuar en la construcción del Reino de Dios.
Ser profesor del último año es toda una travesía al desmitologizar (es decir hacer operante la teología, pues en muchas ocasiones salen con una teología tan densa que es incomprensible hasta en el lenguaje y a veces tan inaccesible por lo místico de las formas), por lo tanto la tarea no es sencilla, pues es ser interlocutor entre lo aprendido y lo necesario, es abrir esquemas de intuición, creatividad, innovación y diagnóstico teológico.
Los métodos de planeación y de análisis ha de ser una constante en toda la carrera, hasta que logre generar esquemas mentales y estructurales; construyendo criterio crítico, objetivo y bien sostenido… con alta tolerancia a la frustración, pues en muchas ocasiones la Teología Pastoral no es incluida en el desarrollo y madurez cristiana de las comunidades.
Aun así fue grande y bella la experiencia de verles hacer sus tesis con un apartado pastoral hasta el final… jejeje por lo menos es buen inicio.