Tribuna

Memoria agradecida a la Cofradía-Hermandad del Santísimo Cristo de la Humildad

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Todo comenzó el sábado día 9 de noviembre de 2019. Casualmente, me encontraba en Toledo pasando unos días con unos amigos y la Divina Providencia quiso que asistiera a la celebración de la Santa Misa en la iglesia conventual del Monasterio de San Juan de los Reyes  sin saber, en ningún momento, que se celebraba la Eucaristía mensual de la Cofradía-Hermandad del Santísimo Cristo de la Humildad.



Al finalizar, los feligreses nos desplazamos hacia una pequeña capilla donde se encontraba un Cristo admirable. Le rezamos una bella oración y seguidamente lo besamos. Un hermano cogió de su cartera una estampa del Cristo para regalármela. Le di las gracias pidiéndole, por favor, que pasara dicha estampa por la imagen. En ese instante, fue cuando descubrí su excelso nombre: Santísimo Cristo de la Humildad de Toledo, talla del año 2017 del imaginero-escultor sevillano don Darío Fernández.

A partir de este momento, comenzó una cordial amistad produciéndose una serie de “benditas” casualidades y circunstancias unido a una fe que ha movido montañas, ocurriendo todo de manera totalmente predestinada.

Cuando el día 13 de enero, el hermano mayor, don Luis Bolado, me invitaba a pronunciar el pregón me sentí feliz e inmensamente honrada, por tan alta distinción hacia mi persona. Para mí representa un gran honor y un auténtico privilegio haber sido nombrada la Primera Pregonera amdaluza de la Cofradía. Concretamente natural del municipio de la Alpujarra almeriense de Canjáyar, donde desarrollé mi niñez y adolescencia, aunque en la actualidad resido en Almería.

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Pero, al mismo tiempo, me faltaban palabras para dirigirme a los 400 hermanos de esta histórica  Cofradía – Hermandad de Toledo, ya  que no me conocían de nada. No esperaba que se acordaran de mí para una ocasión tan significativa y especial, detalle que agradezco de corazón y me encuentro orgullosa de ello, para poder expresar el cariño que siento hacia nuestro Santísimo Cristo de la Humildad.

Solo deseo, profundamente, haber estado a la altura y haber cumplido con las expectativas que el Cristo y sus hermanos cofrades merecían y esperaban de mí, unido a la imposición de la preciada medalla, como hermana de dicha Hermandad.

Una tarde-noche del sábado 7 de marzo de 2020, muy emotiva y entrañable que no olvidaré jamás, porque en todo momento fui recibida y tratada como una toledana más.