En unión fraternal a la Iglesia de Nicaragua, este 2 de agosto los obispos colombianos han sumado su voz a la de sus hermanos latinoamericano, a la de otras conferencias episcopales –como la de México–, y a la del propio papa Francisco para manifestar su cercanía con el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, los sacerdotes, los religiosos, los fieles laicos y los demás obispos del país, tras el atroz atentado perpetrado el 31 de julio en la Capilla de la Sangre de Cristo en la catedral de Managua.
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Condena y dolor
“Rechazamos categóricamente esta acción vandálica“, se lee en un comunicado de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) suscrito por su presidente, Óscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio, su vicepresidente, Ricardo Tobón Restrepo, arzobispo de Medellín, y su secretario general, Elkin Fernando Álvarez, obispo auxiliar de Medellín.
“Nos duele profundamente este acto sacrílego contra Jesús Eucaristía, que ha destruido el templo y la imagen de la Sangre de Cristo tan amada y venerada por el pueblo nicaragüense”, han señalado los obispos colombianos, al expresar su “cercanía, solidaridad y unión de oración” con sus hermanos nicaregüenses.
Como expresión de apoyo y comunión espiritual y fraternal, la CEC convocó el domingo 2 de agosto a unirse a la “jornada de oración, silencio, llanto y súplica por el ultraje, irrespeto y profanación a Jesús en su presencia real del Santísimo Sacramento y ante la destruida y calcinada imagen de la Sangre de Cristo”, mediante la celebración de la Eucaristía.
Con una antigüedad de 383 años, la imagen era considerada patrimonio religioso e histórico nacional.