Montarnos en peleas digitales es tan común en redes sociales, los linchamientos o descalificaciones pasan generalmente por el ocio de estar permanentemente “stalkeando” la vida de los demás; obviamente la Pastoral no deja de ser motivo de esperanza para muchos y de escándalo para otros.
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Pero finalmente ¿cuál es la postura adecuada? Los “mirones” son de palo, decían los abuelos; los “cruzados” por lo correcto, generalmente se quedan en una apologética tan primaria, que solo la ofensa es el camino para no argumentar o por lo menos dialogar desde el respeto.
Replantear líneas operativas
Sin embargo, es necesario replantear muchas líneas operativas de las pastorales en todos los niveles y hay un método infalible dado sutilmente por los heroicos defensores de la fe: donde hay más señalamientos, ataques, correcciones… ahí hay que hacer pastoral.
La incomodidad siempre muestra lugares y realidades sin atender; la pastoral ha de lograr entrar a la realidad para primero observarla, sentirla, vivirla y después poder realmente sumar sin la pretensión de ser el pionero; el primero que llegó a esa realidad fue: el Espíritu Santo.
“No caigamos en la trampa de desgastarnos en lamentos autodefensivos, en lugar de despertar una creatividad misionera” (57). Se trata de un “anuncio de amor y de ternura, para no convertirse en una mera defensa de una doctrina fría y sin vida“. (Amoris Laetitia 58)