Permítaseme una consideración litúrgica a propósito de dos anécdotas personales. La primera de ellas es que, desde hace algún tiempo, en la eucaristía que celebro en mi parroquia, de vez en cuando se emplea la expresión griega “Kyrie eleison” en el acto penitencial en lugar del “Señor, ten piedad”. La segunda anécdota se refiere a que, por diversas circunstancias, alguna vez he tenido que celebrar la eucaristía con la comunidad polaca, que se reúne a las 10. Como es lógico, la misa está dicha en polaco. Pues bien, en esa celebración, prácticamente lo único que he entendido han sido las palabras hebreas: “amén”, “aleluya” u “hosanna”.
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¿Por qué emplear palabras extrañas en nuestras celebraciones? ¿Será acaso por un prurito “arqueológico” según el cual el empleo de palabras extrañas otorga un cierto aire vetusto, misterioso y arcano a la celebración? Yo creo que la explicación es otra (al menos así me gustaría que fuera). Esas expresiones extrañas a nuestra lengua nos remiten a modos y comunidades anteriores a nosotros que no solo nos han precedido en el camino de la fe, sino que, de alguna manera, han hecho que seamos lo que hoy somos.
Del griego al hebreo
El griego “Kyrie eleison” –“Señor, ten piedad”– nos pone en contacto con el mundo del cristianismo oriental, uno de los dos grandes pulmones de la cristiandad durante años. En esa lengua pensaron, predicaron y escribieron los grandes Padres de la Iglesia oriental, por ejemplo los capadocios Basilio y los dos grandes Gregorios –de Nisa y de Nacianzo–, y todavía reza hoy la Iglesia ortodoxa (al menos la griega, matriz de las otras Iglesias ortodoxas).
En cuanto a los términos hebreos “amén”, “aleluya” u “hosanna”, ciertamente nos ponen en relación con las raíces judeocristianas de la Iglesia, con el sustrato judío del que venimos (y que aún nos alimenta). Porque nunca deberíamos olvidar que tanto Jesús como sus primeros discípulos eran judíos.
¡Y pensar que, teniendo tanta y tan rica historia, algunos “tradicionalistas” se conformen con solo unos pocos siglos de horizonte!