La Audiencia Nacional ha condenado al excoronel salvadoreño Inocente Montano a 133 años de prisión por su implicación en los asesinatos de los jesuitas y dos trabajadoras en 1989. Se trata de una sentencia sin precedentes, que abre las puertas a que se reabra un juicio con garantías en San Salvador sobre la autoría intelectual de la masacre.
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Defensa de los derechos humanos
Lo cierto es que, sin que se haya iniciado siquiera el proceso de beatificación de todos ellos, desde su muerte se les ha identificado como los ‘mártires’ de la UCA. El propio Francisco se ha referido a ellos así públicamente, contagiado por ese reconocimiento de su vivencia de las virtudes heroicas que ya ha reivindicado el propio pueblo salvadoreño.
Su opción preferencial por los pobres y su defensa de los derechos humanos empapada de Evangelio se tiñó de sangre, y no arroja dudas de que son el referente de un cristianismo encarnado en una realidad doliente. Por eso, cabe esperar que si la gente de a pie ya les ha elevado a los altares por aclamación, la Compañía de Jesús o la Archidiócesis de San Salvador no demoren, al menos, su estudio inicial, una justicia eclesial que llegaría después de la terrenal.
