La presencia de grupos radicales islámicos es continua en Nigeria. Una lacra que afecta al país africano y que se traduce en el hecho de que, en los últimos 7 meses, 178 cristianos han sido asesinados en el estado de Kaduna, en el centro del país. Una cifra que denuncia Ayuda a la Iglesia Necesitada y que muestra una tendencia según los datos de la ONU de la última década.
- LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitar’, la meditación del papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Llorando en el desierto
El conflicto iniciado por Boko Haram y otros grupos vinculados al Daesh ha dejado más de 36.000 muertos y 2 millones de desplazados. “En el norte del país, en particular, los atentados son casi diarios. En este preciso momento, los cristianos están siendo asesinados sin que el gobierno nigeriano tome medidas efectivas para protegerlos. Los nigerianos necesitan urgentemente el apoyo de la comunidad internacional, pero lamentablemente tenemos la sensación de estar llorando en el desierto”, ha declarado a Vatican News Benoît de Blanpré, director de Ayuda a la Iglesia Necesitada Francia.
Esta amenaza permanente hace mella en las actividades parroquiales. “Estos recientes ataques nos han asustado a todos. Nos asusta especialmente lo desconocido, porque no sabemos cuándo se producirán los próximos ataques o qué los causará. No podemos practicar nuestra fe en paz y no creemos que nuestros hogares sean seguros”, señalaba Sam Ebute, sacerdote de la Sociedad de Misiones Africana que trabaja en la diócesis de Kafanchan, en Kagoro. El párroco ha enterrado a 21 fieles que han sido asesinado en los últimos meses.
“La devastación cometida por los Boko Haram, los ganaderos y los secuestradores y los bandidos nos han convertido a todos en víctimas”, añade el sacerdote. “Lo que lo hace aún más difícil es que el gobierno no está tomando medidas decisivas para contener la amenaza”, lamenta Ebute. “Es difícil predicar el perdón, la reconciliación, la paz y el amor a quienes ya no tienen un medio de vida después de estos ataques”, confiesa.