La sorpresa quizás estuvo en el poco seguimiento de la encíclica ‘Fratelli Tutti’ del papa Francisco en España por parte de los de “casa” y un cierto entusiasmo publicitado más por “los de fuera”.
Para seguir rescatando su valor y reiterar el deseo de conocerla aún en lo más pequeños detalles (a partir de los cuales se realce el valor de los grandes) sigo el hilo de mi pasado artículo en este blog sobre las pequeñas frases de la misma.
- DOCUMENTO: Texto íntegro de la encíclica ‘Fratelli Tutti’ del papa Francisco (PDF)
- LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitar’, la meditación del papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
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Porque a los grandes tratamientos, síntesis, esquemas, comentarios que se están haciendo sobre ella quiero seguir aportando mi humilde grano de arena para formar entre todos el ancho espacio que haga llegar este mensaje a los cerca y a los de lejos.
Me detengo en esta frase, también relacionado a con la trama de este blog : “Las diferencias son creativas, crean tensión y en la resolución de una tensión está el progreso de la humanidad”. Habla de la riqueza de la diversidad que tanto nos asusta con los que llegan de “fuera”. Se trata de una frase del mismo papa Francisco en el nº 281 de la encíclica. Está tomada del film ‘El Papa Francisco – Un hombre de palabra’, de Wim Wenders, (2018). Estamos, según el autor en una especie de viaje peregrino, fílmico y documentado junto a Francisco, donde como el director decía, ha sido conducido –refiriéndose al Papa– “por su ideas, sus palabras, su mensaje sobre temas cruciales para la humanidad como la pobreza, el trabajo, la dignidad, el sufrimiento, la guerra, la migración, la necesidad de una nueva hermandad, la necesidad de proteger y respetar a la Madre Tierra”.
Subrayo el hecho de que el Papa haya citado en su texto, además de soñar junto a Francisco de Asís, a dicho cineasta, “junto” a los clásicos Virgilio o Cicerón, Aristóteles o distintos santos y teólogos reconocidos como San Ireneo de Lyon o Santo Tomás, San Basilio, San Agustín o Pedro Crisólogo, y otros numerosos actuales que no cito. Incluso junto al músico moderno Vinicio de Moreais y otros autores también no católicos entre los que emociona el trato afectuoso con el Gran Imán Ahmad Al-Tayeb. Un ejemplo de diálogo en palabras y gestos y de coherencia entre lo dicho y lo hecho, el que se trasluce en este tipo de citas y sus autores, y desvela los personajes que le han “ayudado”. Especialmente Carlos de Foucauld. Significativo ¿no?
Dios y el arco iris
He recordado varias veces la anécdota de una cita también muy sencilla en la contestación de un niño migrante preguntado porque dibujaba su aula como un arco iris, con un 80 por ciento de niños migrantes. Y me decía que así “era su clase. Como un arco iris”. A lo que añadía: “Si Dios ha hecho el arco iris seguro que también le gusta mi clase”.
No es extraño que en este tiempo de pandemia los sueños de futuro de tantos se hayan trasmitido con el mismo dibujo multicolor del arco iris. Todo saldrá bien. ¿Porque no también en el presente de la crisis? ¿Será solo en el Futuro? Así será –como Dios quiere– a pesar de tantas muertes escondidas, de tanta falta de unidad, de tanto escándalo de división, y de tanto egoísmo en busca del mayor provecho personal o grupal donde de lo que menos se habla es de como abordar la pandemia en comunión. Muchos querrían y quieren, para el presente y el futuro, un arco iris troceado y radicalmente separado. Y cada uno apostando y “esclavizado” únicamente por su color: morado, rojo, azul, naranja, o a rayas…. Esa es la verdad profunda y provocadora que encierra la cita que encabeza este artículo: las diferencias son creativas.
Con la sensibilidad ecológica tan acentuada por el Papa –también en esta encíclica– podemos tomar este ejemplo: lo característico del bosque tropical es que está compuesto por ecosistemas internos diversos –cada uno con sus propios cultivos– distintos unos de otros, pero que confieren belleza al conjunto. Si todo en el bosque fuera igual, perdería su belleza.
Para terminar, otra cita de Winders en la encíclica: Está en el nº 281. “Entre las religiones es posible un camino de paz. El punto de partida debe ser la mirada de Dios. Porque Dios no mira con los ojos, Dios mira con el corazón. Y el amor de Dios es el mismo para cada persona sea de la religión que sea. Y si es ateo es el mismo amor”.
Está claro. O aspiramos a mirar a la humanidad como Dios la mira –desde el iris del amor– o nuestra mirada quedará corta y miope, no iluminada.
Lo mejor está en el corolario final de este párrafo: “Cuando llegue el último día y exista la luz suficiente sobre la tierra para poder ver las cosas como son, ¡nos vamos a llevar cada sorpresa!”.