El dominico Adrien Candiard ha publicado ‘Del fanatismo. Cuando la religión está enferma’, donde defiende que, para comprender el yihadismo islámico, no bastan explicaciones psicosociológicas, sino la razón teológica. En 2016. publicó ‘Comprender el Islam o mejor dicho: por qué no entendemos nada’. Esta puede ser una buena conclusión de cómo está Occidente respecto a la violencia de algunos grupos musulmanes: no entendemos nada.
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El motivo principal es la exclusión de la teología del pensamiento público y el diálogo con la filosofía y las ciencias humanas y sociales, físicas y de la vida. La expulsión de la teología de la vida intelectual y científica de la sociedad lleva a que la sociedad sea incapaz de comprender profundamente estos fenómenos, la dimensión religiosa en su conjunto y la condición humana. Y lo que es más grave: la solución a la violencia de raíces teístas necesita de la teología para sanar religiones enfermas que producen esos males. Es imprescindible incluir a los teólogos en la reflexión pública y especializada sobre violencia religiosa.
El fanatismo no es un fenómeno religioso, pero las religiones son vulnerables a ser manipuladas por él. Las violencias, exclusiones e intolerancias hacen enfermar fácilmente a las religiones, y se necesita que la teología razone con todas las libres potencias del pensamiento. Por haber excluido toda teología de la vida pública, ahora se extiende una religiosidad enferma por la misma.
Convivencia y diálogo
Solo una teología profundamente elaborada, en convivencia y diálogo con las ciencias, integrada en las universidades, contrastada y criticada con la libertad de la razón, es garantía del desarrollo de religiones sanas y de que, cuando enfermen, desde la sociedad podamos comprender, prevenir y curar.