Ianire Angulo Ordorika
Profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola

La “batcueva” de los creyentes


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Una de las costumbres que adquirí durante el confinamiento fue la de distinguir un poco los días de la semana para que no todos fueran iguales. Como me encanta el cine, en marzo me hice un propósito que intento cumplir: diferenciar las tardes de los domingos viendo una película. Es verdad que no siempre lo puedo hacer, pero la semana pasada vi ‘La vida por delante’. Es el último largometraje protagonizado por Sophia Loren. Ella da vida a una anciana, Madame Rosa, que cuando dejó la prostitución empezó a cuidar a los hijos de sus compañeras. A ella le piden que cuide también a Momó, un joven huérfano senegalés. Esta vez sí que no voy a hacer ‘spoiler’, pero, aparte de recomendar el filme, me quedo con una curiosa costumbre de la protagonista.



Nuestro refugio

Cuando ella está cansada o preocupada, se refugia en una escondida habitación en el sótano del edificio donde no deja ir a ninguno de los pequeños que comparten su vida. De hecho, uno de ellos le confiesa a otro que esa es la “batcueva” de Madame Rosa. Como Batman, el superhéroe, también ella tiene un refugio secreto y oculto en el que se encuentra consigo misma. No es que ella haga algo que no se deba ver, simplemente permanece sentada en un sillón en su mundo interior, ahí donde nadie entra. Me parece una metáfora muy bonita de cómo todos nosotros tenemos ese lugar privado, que la mayoría de las veces no es físico, al que debemos regresar para retomar fuerzas, reencontrarnos con nuestra verdad y lanzarnos de nuevo a la existencia. Y, si aún no lo hemos encontrado, es necesario buscarlo con empeño para ganar en calidad de vida.

oscuridad. agujero

Se me ocurría que de algo así hablaba también Jesús cuando invitaba a ir “a lo secreto” (Mt 6,6), a ese ámbito en el que somos más nosotros mismos que nunca y donde nos reconstruimos por dentro. Eso sí, hay una diferencia notable con la “batcueva” de Sophia Loren en la película, pues, en creyente, este no es un lugar en el que nadie más pueda entrar. Al revés, se trata de un espacio de encuentro y relación, porque “el Padre que ve en lo secreto” forma parte esencial de él y porque está habitado por quienes llenan nuestra vida y nuestro corazón. ¡Que nada nos impida bajar a nuestra “batcueva”!