Antes de Semana Santa podría aprobarse la nueva constitución apostólica que regirá el funcionamiento de la Curia romana y cuyo título provisional es Praedicate Evangelium. Lo adelanta Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y, hasta el 15 de octubre, secretario del Consejo de Cardenales. “No habrá que esperar mucho”, cuenta Semeraro, que recibió la birreta cardenalicia en el consistorio del 28 de noviembre.
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El nuevo texto, cuyos cambios ya están concretados “en un 70%”, pretende “subrayar la dimensión misionera de la Iglesia, con una atención particular a la descentralización”. Semeraro sucedió como prefecto al cardenal Angelo Becciu, defenestrado por el Papa a finales de septiembre, una situación que le produjo “sorpresa y sufrimiento”.
PREGUNTA.- ¿Qué sintió al enterarse de que el Papa le iba a crear cardenal?
RESPUESTA.- Cuando el Santo Padre me nombró prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cargo me hacía prever la creación cardenalicia, pero no tenía ni idea de los tiempos. Pensaba que podría ser en febrero o junio de 2021. No había hablado con él sobre ello. Que haya sido todo tan seguido me ha emocionado mucho. Me enteré porque estaba siguiendo el ángelus por la tele cuando el Santo Padre anunció el consistorio. Por suerte, mi nombre no fue el primero, así me dio tiempo a hacerme una idea de lo que pasaba.
P.- ¿Cómo vive su nueva condición de cardenal?
R.- Entiendo que me lleva a una colaboración aún mas estrecha con el Papa. En los siete años que he pasado en el Consejo de Cardenales, hemos tenido un trato estrecho y hemos afrontado una serie de problemas. A mi edad me predisponía espiritual y psicológicamente a empezar una nueva fase de la vida, dejando algo a lo que había cogido afecto. Dentro de poco cumplo 73 años y, a los 75, los obispos presentamos la renuncia al gobierno de nuestra diócesis, en mi caso Albano. Yo me preparaba para ello, pero el nombramiento como prefecto llegó como una sorpresa que me hace afrontar una nueva etapa inesperada en la vida.
Una relación de confianza
P.- ¿Le premió el Papa con ese cargo por su labor en el Consejo de Cardenales?
R.- No diría que es un premio. El Papa me conoce desde hace mucho. Nuestra relación nace hace 20 años, en el Sínodo sobre el ministerio del obispo. Luego siguió. Conservo una carta suya diciéndome que había presentado la renuncia como arzobispo de Buenos Aires y se preparaba ya para acabar esa etapa. El Papa pensó en mí para responder a una necesidad. Debió tomar una decisión en un momento complicado para la Congregación, de la que yo llevaba siendo miembro 12 años.
P.- ¿Cómo vivió la abrupta salida de Becciu, su antecesor?
R.- La situación nos cogió a todos por sorpresa y la vivimos con sufrimiento. El Papa tuvo que ocupar el cargo de prefecto de improviso y, tal vez, le pudo ayudar a decidirse el hecho de que ya me conociera, tuviéramos una confianza y supiera que contaba con experiencia y preparación para el puesto.
Relevar a Becciu
P.- ¿Se reunió con Becciu para que le pusiera al día de los asuntos principales del dicasterio?
R.- No hubo ningún encuentro. Pasaron dos o tres semanas desde que él dejó el cargo hasta que llegué yo. Fueron, primero, el secretario del dicasterio y, luego, el resto de personas que trabajan allí los que me contaron cómo estaban los temas.
P.- ¿Tiene una idea clara de qué ocurrió con Becciu?
R.- Hay cosas de las que no entiendo su lógica y que me hacen sufrir. Espero que se aclare, pero es algo que se me escapa. En cualquier caso, no se pone en cuestión a la Congregación para las Causas de los Santos, sino su precedente gestión en la administración de la Secretaría de Estado. Lamento mucho esta situación, que nos recuerda a todos la importancia de la prudencia y de la conversión.
P.- ¿Qué le ha pedido el Papa para la Congregación?
R.- Nada particular, que trabaje con serenidad y confianza. Le objeté que tenía casi 73 años y era tarde para iniciar esta nueva etapa, pero me respondió que a él le tocó ser Papa con 77, así que no le pude rebatir más.