Dice una frase del contenido de ‘Inspira’, texto de Religión para 3º ESO (chicos y chicas de 14 años): “El ser humano es un ser frágil” (2 Cor 4, 7). Y comienzas la clase, sabiendo que hay chicos ahí sentados, mirándote, que acaban de perder a un familiar cercano, por primera vez, debido al Covid-19. Y lo anterior a esta frase del texto, en un momento de la clase de la semana pasada, han sido las preguntas: “¿Por qué existe el mal, por qué existe el dolor y el sufrimiento? ¿Qué tiene que decir Dios a todo esto?”.
Un reto existencial
¿Qué te parece, querido lector? Ahora, ¿qué profesor/a es capaz de armar un discurso desde la Religión, cuando todos te miran y esperan que lo hagas…? Todo un reto, ¿verdad? Indudablemente es un reto intelectual, por producirse en un contexto académico, pero, junto a esto, es un reto existencial, ya que en él surge la posibilidad de poder explicar al Dios en el que creemos los cristianos y que da sentido a nuestra vida. Un Dios que no puede evitar que nosotros vivamos lo que vive cualquier ser humano, pero que, sin embargo, es un Dios que está en eso que nos toca vivir, en ese dolor, en ese sufrimiento, acompañando, como lo hizo y nos lo transmitió Jesús.
Como dice el Deuteronomio, aquí, en la actualidad, en las clases de Religión, sucede esto: “Te pongo delante vida y muerte, bendición y maldición. Elige la vida y vivirás tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, pegándote a él, pues él es tu vida” (Dt 30, 19-20). Y es que la muerte la vemos delante, de manera clara. A poco que pinchamos a nuestro alumnado sale, sale una muerte en forma de los casos que conocen de personas que han enfermado, que han fallecido, de personas que han perdido sus trabajos, que no saben a dónde dirigirse para conseguir comida para sus familias, avergonzados por tener que hacerlo, etc. ¡Qué importante que sigamos en nuestras clases la pedagogía de Jesús, aquella que permitía que salieran “los espíritus inmundos” (emociones como el miedo, la rabia, etc.), para luego invitar a pensar en nuevos planteamientos y perspectivas esperanzadoras, dejando que quien escuchaba decidiera!
Él siempre está dispuesto amar
Dejar que en nuestras clases puedan expresar el dolor que la pandemia les está generando, sus dudas, sus desesperanzas, para que desde ahí, podamos exponerles delante la Vida, desde lo que creemos los cristianos, no para que lo crean como nosotros, profesorado-testigo del Evangelio (el alumnado tendrá que hacer su camino y brindar, si es el caso, su adhesión personal), sino para conocer un testimonio de Vida cristiano en el que se transparenta el Amor de Dios, testimonio de personas que en mitad de tanta desesperanza, se ponen a lavar los pies (Jn 13, 3-5), se ponen al servicio de los demás, de quienes más sufren, llevando a ese Dios Amor: personal sanitario, docentes, policías, youtubers e influencers que animan sanamente en tiempos de confinamiento, encierro y limitación horaria, personal del comercio de productos básicos, peluqueros, etc. Así ama Dios, incondicionalmente, no en función de lo que hagamos o digamos, Él siempre está dispuesto amar, estando en todo lo que nos pasa.
Ojalá, poniendo en diálogo los evidentes signos de muerte presentes en nuestra sociedad, los cuales nuestro alumnado está viendo y padeciendo, y la luz de la Vida del Evangelio en las clases de Religión, en ellas suceda, como le pasó a Job, que aumente la probabilidad de que ellos puedan decir: “Te conocía solo de oídas, ahora te han visto mis ojos” (Job 42, 5). Para nuestro cuerpo de profesores y profesoras del área de Religión, es un compromiso el sentir y el responder a esta llamada de colaborar en dar a conocer el amor gratuito de Dios, desde nuestras clases al estar bien preparadas, como venimos proponiendo a lo largo de este texto. Pueden llegar a permitirles, a los chicos y a las chicas, como decía el profeta Oseas, ver en ellas, no “el valle de la desgracia” sino “el paso de la esperanza” (Os 2, 17).