Rafael Salomón
Comunicador católico

Un santuario de amor contra la pandemia


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La dinámica familiar de un momento a otro se vio modificada, ajustada y hasta alterada. La pandemia nos está llevando a conocer nuestros límites.



En la mayoría de las casas las mamás gritan porque encuentran un calcetín fuera de lugar, la casa se ha transformado en territorio infantil, se ha convertido en escuela, área de juegos, iglesia doméstica y zona de recreo.

Indudablemente todo en el mismo espacio, haciendo de la convivencia en ciertos momentos difíciles y hasta agresivos.

Hay que agregar que los padres se convirtieron en docentes forzados por las circunstancias, la carga y responsabilidad de sus actividades se incrementaron, las estadísticas indican que actualmente hay padres descontrolados, irritables y neuróticos, muchos de ellos sin posibilidad de manejar sus emociones.

Todo el tiempo en casa

Nuestras casas deberían ser espacios para sentirnos seguros y desafortunadamente, se están transformando en territorios donde la agresividad y violencia están aumentando.

De acuerdo a los expertos, si no se puede salir, no hay lugar donde se pueda canalizar la agresión.

Este aspecto es de gran importancia, ya que el enojo o nuestras frustraciones eran descargadas en gran medida mientras conducíamos, tal vez, al externar nuestras preocupaciones con nuestros compañeros de trabajo, en el gimnasio mientras se realizaba alguna rutina o clase, en fin, mientras estábamos fuera de casa se podía canalizar esta energía.

Confinamiento EFE

Ahora, que permanecemos todo el tiempo en casa y mientras las exigencias del trabajo o la falta del mismo se mezclan con los gritos de los niños y la frustración de intentar mantener el control en este mundo donde lo que impera es la incertidumbre.

No permitir que la desesperación nos controle

Las personas están más expuestas a “explotar” en el nivel emocional, como respuesta a la problemática que se está viviendo.

Lo que debemos controlar es: Enojarnos con la persona correcta, en el momento correcto y con la intensidad correcta.

Se tiene que hablar también de aquellas relaciones de pareja que ya estaban mal, pero que eran “llevaderas” por la dinámica cotidiana, el trabajo, la escuela, los compromisos familiares, de manera que se podía postergar el conflicto en pareja o no enfrentarlo.

Por otro lado, también están las personas a quienes este confinamiento les ha venido muy bien, la causa puede ser, que al tener dificultad de relacionarse con las personas o porque se alejan un poco de los problemas diarios, no tienen que lidiar con la cotidianeidad que les imponía una exigencia enorme, así que al estar aislados les ha venido muy bien mantenerse así, distanciados.

En la viña del Señor hay de todo un poco, debemos cuidar nuestra salud física, espiritual y emocional, no permitir que la desesperación nos controle, siempre hay algo que se puede hacer, hay caminos que podemos andar, es imprescindible mantener la calma y la cordura. Estamos en casa, es nuestro santuario, es el lugar donde deberíamos sentirnos seguros, amados y tranquilos.

“No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí”. Juan 14, 1