Hablando con unos amigos argentinos el otro día, caí en cuenta de lo curiosa que es nuestra expresión: “¡No te enteras!” o el imperativo “¡entérate!”. Hay significados que hemos interiorizado sin darle más importancia y en algún momento, otro que habla tu mismo idioma pero no tiene esos mismos significados adquiridos, te hace caer en cuenta que dichos significados no son ni evidentes, ni unívocos ni universales. No pasa solo en el lenguaje, claro. Pasa en la vida. Y de vez en cuando viene bien recordarlo, al menos a mí.
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“Enterarse” es un verbo derivado de ‘entero’, según la RAE, que lo define como ‘informar a alguien de algo o instruirlo en cualquier negocio’. Y aunque en diversos países americanos de habla castellana se maneja con otros significados, hoy quisiera centrarme en esa dimensión de totalidad, de estar entero en algo para poder entenderlo. La pregunta es simple: ¿estás entero/a en lo que estás?
Pessoa lo expresa bella y profundamente:
“Para ser grande, sé entero:
Nada tuyo exageres o excluyas.
Pon cuanto eres en lo mínimo que hagas.
Así, en cada lago,
la luna entera brilla,
porque alta vive”.
Quizá aquí está la clave para saber por qué hay cosas, situaciones o personas que no acabo de comprender. Para enterarme, tengo que “enterearme”, estar enteramente con todo lo que somos. Sin exagerar ni excluir. Sin desechar nada por mínimo que sea.
Google y el saber
Quizá no se trata tanto de recopilar datos o tener toda la información posible. Nosotros que tanto confundimos el acceso a datos googleados o leídos o escuchados, con saber (sabiduría), con comprender, con enterarnos. Nosotros que tan dados somos a quedarnos en titulares y dar por hecho que solo con eso ya hemos accedido a la verdad. Nosotros que con tanta facilidad tendemos a fragmentar, tanto la realidad que nos rodea como lo más adentro nuestro.
Igual por eso, muchas veces no me entero. Ni me entereo. Igual bien podría ser un ejercicio cuaresmal: enterarnos. Y en aquellas situaciones, relaciones, proyectos, donde notamos que mucho de nosotros queda fuera, preguntémonos por qué. Igual no es cuestión de doblegar la voluntad una vez más, que ya la vida nos está trayendo suficiente constricción y restricción dolorosa. Igual se trata más de elegir allí donde al poder darnos por entero, nos despleguemos, crezcamos, y seamos más como la luna, “que entera brilla porque alta vive”. Como la luna, no como el sol. No vayamos a confundir estar enteros con convertirnos en el centro del sistema solar. Sería muy poco cuaresmal y menos aún, pascual.