La Doctrina Social de la Iglesia insite en varios asuntos clave que es necesario tener en cuenta para desarrollar a sus trabajadores de un modo integral y positivo. El primero es la promoción de “la activa participación de todos en la gestión de la empresa” (Gaudium et Spes 68). La DSI cree que la mejor manera de gestionar una empresa es que se articulen mecanismos que permitan a los trabajadores participar de alguna manera en la toma de decisiones empresariales que afectan a la organización de su trabajo y a su manera de trabajar.
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En segundo lugar, la DSI insite con frecuencia en la necesidad de que los trabajadores reciban un salario justo que “sea suficiente para fundar y mantener dignamente una familia y asegurar su futuro” (Laborem Exercens 19). Este salario es necesario para garantizar a los trabajadores una vida digna. Este deseo liga directamente con el movimiento internacional por lo que se denomina “living wage”, es decir, salario digno, que presiona para que los salarios más bajos que pague toda organización puedan ser suficientes para llevar una vida digna.
Por otro lado las empresas, como organizaciones humanas que son, tienen que ser cauce para que las personas que trabajan en ellas y realizan una labor común con otras puedan, a través de ella, colaborar en la mejora de la creación, del entorno y de la sociedad en la que vivimos. Eso permite que todos los miembros de una empresa vean su trabajo, no solo como un medio de ganarse la vida y de lograr el “pan nuestro de cada día”, sino también como una manera de colaborar en la construcción de una sociedad mejor.
Más allá del salario
Por último, la empresa también tiene que organizar su producción y las relaciones internas entre sus trabajadores y sus directivos de manera que todos aquellos que trabajen en ella puedan perfeccionarse como personas en su seno. Para lograr este objetivo no solamente es necesario ese salario digno del que ya hemos hablado, sino que también se precisa que las condiciones de trabajo sean tales que permitan al trabajador ser él mismo y perfeccionarse como persona.
El trabajo en una empresa tiene, por lo tanto, una gran complejidad que va más allá de la remuneración que se ofrece a los trabajadores (aunque evidentemente la incluye) o del rendimiento económico que pueden alcanzar estos. Por ello es necesario que quienes componen los departamentos de personas de las empresas tengan esa sensibilidad necesaria para construir unas condiciones laborales favorables para el desarrollo personal de sus trabajadores.