Días atrás, la ciudadanía del Paraguay salió a reclamar pacíficamente a las autoridades por la gestión de la crisis sanitaria en el país. Sin embargo, esta movilización se vio empañada por hechos de violencia que dejaron heridos, tanto del lado de los manifestantes como de la policía.
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Para los obispos, “esta situación podría haberse evitado, en el marco del civismo y de la estrategia inteligente de seguridad para identificar y reducir focos de alto riesgo”. Remarcaron que se puede seguir el camino de la colaboración entre las fuerzas de seguridad y los ciudadanos.
La expectativa de los ciudadanos
Los miembros del Comité Permanente recuerdan que reclamar pacíficamente a las autoridades es un derecho de la ciudadanía. Frente a la pandemia y los afectados por la enfermedad, piden gestos, acciones y resultados de la gestión pública, traducida en información clara en cuanto a “la provisión, en tiempo y forma, de los equipamientos, insumos y medicamentos que se requieren”
Los prelados habían alertado, en la Carta Pastoral conocida recientemente, sobre el quiebre de confianza entre los ciudadanos y los responsables del Gobierno y habían pedido restaurar la confianza para fortalecer la convivencia con paz y seguridad.
“La ciudadanía reclama transparencia y patriotismo de los que ejercen cargos públicos para la atención del bien común, con énfasis en la salud y en la educación en esta situación de crisis causada por la pandemia”, expresaron los obispos. Y agregaron “La valentía que necesitamos es la de la verdad, la equidad y el compromiso con lo que es justo”.
Los reclamos de la Iglesia
El Comité Permanente del Conferencia Episcopal de Paraguay pide que se escuche a la gente en su legítima indignación. “Se necesitan respuestas y gestos concretos urgentes para sanar y recuperar la confianza en la gestión del gobierno”, dijeron.
Para fundamentar esta afirmación, recordaron que: “Se debilita el ejercicio de la autoridad cuando la eficacia, la idoneidad, y la probidad moral de los que ocupan cargos no están a la altura de las exigencias. Un factor transversal es la corrupción en la administración de los recursos públicos, que indigna gravemente al pueblo, debilita la credibilidad necesaria para generar unidad, dificultando un diálogo nacional positivo y enfocado en soluciones para todos” (Carta Pastoral, N°45)
A la ciudadanía, la convoca a mantener la calma y la serenidad necesarias para que las manifestaciones sea “verdaderamente una fiesta democrática” y no una confrontación entre hermanos.
A las autoridades y líderes políticos, los obispos los exhortan a resguardar la pacificación en el país, con valores como la justicia, el respeto a los derechos humanos y el camino del diálogo para lograr soluciones de fondo.
Tomaron como guía el viaje apostólico a Irak del Papa Francisco y su mensaje de paz: “la incitación a la guerra, las actitudes de odio, la violencia y el derramamiento de sangre son incompatibles con las enseñanzas religiosas”. Los prelados ratificaron, entonces, que La fraternidad es un bien, que en situaciones arduas como las actuales, nos llama a todos al heroísmo del amor.
Con la convicción de que “las convulsiones sociales no son la terapia, sino síntomas de una sociedad que necesita un cambio eficiente y efectivo en la gestión y consecución del bien de todos”, los obispos pidieron asumir el desafío de gestionar la confianza y la credibilidad con la verdad, y con una administración justa y transparente.