Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

Mujer y humanidad, inicio del cambio


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El mes de marzo comienza con la conmemoración del Día Internacional de la Mujer y la primera tentación que emerge al acercarse la fecha es la discusión sobre si es celebración, recuerdo o lucha. Sin embargo, todos podemos coincidir que el 08 de marzo es un día para profundizar la realidad de la mujer con toda su peculiaridad y particularidad, en el hecho social.



La otra tentación ideológica es pensar que es un día solo para la reflexión solo de las mujeres, o mejor dicho, que la realidad de la mujer no tiene nada que ver con los hombres. Muchas veces se repite esta idea de que los hombres no pueden opinar sobre este tema porque no les pertenece.

Pero efectivamente eso sería reduccionista y la interdependencia enseña que no hay realidad social que excluya, sino que al contrario, el problema de uno afecta al otro, por lo que el puesto de la mujer en la sociedad, es también un asunto de todos.

Representación de Adán y Eva

Si es humano todos estamos involucrados

En este punto es posible determinar que la violencia, el abuso, y la desigualdad contra la mujer es un problema primeramente humano, pues la mujer tiene en su condición y dignidad el ser “imagen y semejanza de Dios”. Si miramos a la mujer desde lo humano será posible vencer las reducciones ideológicas y posiciones antagónicas, en un ejercicio de encuentro.

Esta distinción del tema de la mujer puede ser comprendido a partir de lo que menciona un autor italiano, Pierpaolo Donatis cuando dice “si se pierde la relación, se pierde la identidad”, y es que si se pretende abordar el tema de la mujer excluyendo la relacionalidad de la condición humana, se pierde la identidad.

El ser humano: mujer y hombre, es relacional, es social; y desde la antropología cristiana es social hacia la reciprocidad, es decir, en la necesidad de dar y recibir (recíprocamente). Para ello, se agrega también la categoría de complementariedad, por lo que estas tres ideas pueden ayudar a vencer esas realidades sociales en las que las mujeres están siendo sometidas y se les vulnera en su dignidad.

Tres ideas que pueden ayudar

La complementariedad es la comprensión de necesitar del otro, aquello que el otro puede aportar y es necesario; por ello, hombre y mujer no son enemigos, ni contrarios, sino complementarios.

También, si es relacional y recíproca la visión hacia la mujer, es posible afirmar que somos iguales, no superior, ni inferior, sino iguales. El mismo Génesis al decir “imagen y semejanza de Dios” establece un nivel de igualdad, ya que “no es bueno que el hombre esté solo”, necesita de otra que sea igual a él, para la vivencia de la diferencia en la alteridad, siendo una misma realidad, en este caso humanos.

Partir de nuevo de la mujer

A partir de esto es posible participar, involucrarse y tomar partido por la gesta de las mujeres en la actualidad, no desde el fanatismo que reduce los esfuerzos en violencia, sino en la convicción profunda de que el nivel de humanidad en lo social es medido en cómo son reconocidas las mujeres en la sociedad.

El inicio, debería ser lo humano, ya lo decía el Papa Francisco: “Si queremos tejer con humanidad las tramas de nuestro tiempo, debemos partir de nuevo de la mujer”, y no desde la arbitrariedad del individualismo, sino desde la relacionalidad, reciprocidad y complementariedad.

Hablar de esto, ya es un buen inicio. Y así poder reivindicar a la mujer en la dimensión justa y peculiar de su aporte en lo biológico, en lo social, en fin, en lo realmente humano y fraterno.