El Año de San José, convocado por Francisco hasta el 8 de diciembre, constituye para Tullio Locatelli, superior general de la Congregación de los Josefinos de Murialdo, una oportunidad para darle “un rostro nuevo” a la devoción de san José, “que a menudo se ignora y olvida”. Locatelli lidera a los 500 religiosos de este instituto con presencia en 16 países y un centenar de comunidades en parroquias, escuelas y centros de formación profesional y de acogida para menores.
- EDITORIAL: Padres al rescate
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PREGUNTA.- ¿Cómo valora la decisión del Papa de convocar el Año de San José?
RESPUESTA.- Es una buena idea, aunque poco preparada. Espero que dé un rostro nuevo a la devoción a san José. En su carta apostólica, el Papa lo presenta a través de sus “reflexiones personales”, que, sobre todo, ayudan a acercar la figura de san José, no solo por su experiencia como cuidador de Jesús, sino también como cuidador de nuestra vida, en especial en este tiempo de pandemia. Después de la Quamquam pluries y de la Redemptoris Custos, la Patris Corde de Francisco es un documento que relanza en la Iglesia la devoción a san José, que a menudo se ignora y olvida.
P.- ¿Cómo celebrará la congregación este particular evento?
R.- Estamos en un comité con otras congregaciones organizando momentos de reflexión y de oración para la novena del 19 de marzo, la fiesta del Primero de Mayo y la conclusión del 8 de diciembre. En nuestra tradición, siempre han tenido importancia los miércoles de cada semana y el 19 de cada mes, así como el mes de san José, que se inició el 17 de febrero. Este año querríamos poner de relieve los santuarios que nuestra congregación gestiona en Ambato (Ecuador), San Giuseppe Vesuviano (Italia) y Porto Alegre (Brasil).
Hemos invitado a las varias circunscripciones de la congregación a hacer un programa con atención especial a las familias y jóvenes. Si la pandemia lo permite, haremos peregrinaciones a los santuarios. Hemos preparado momentos a nivel de provincia, de la congregación y de la Familia de Murialdo. Queremos implicar a los laicos. Creo que el Año de San José nos ayudará a despertarnos un poco en el ser no solo devotos, sino también propagadores de su devoción.
Ante la pandemia
P.- El Papa escribe en ‘Patris Corde’ que, durante estos difíciles meses de pandemia, hemos podido experimentar “que nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes”. ¿Ha reivindicado el COVID-19 los ‘sanjosés’ que tenemos alrededor?
R.- Esta situación puede hacer que nazcan momentos especiales y centrarse en lo ordinario de la vida para dar continuidad a la devoción a san José. En nuestra comunidad, la confianza y la esperanza no han faltado nunca. La invocación a san José nos ha mantenido unidos. Juntos, hemos ofrecido el momento de la enfermedad.
Como dice a menudo el Papa, nuestra debilidad puede ser un recurso porque nos hace descubrir posibilidades que ni siquiera pensábamos que teníamos. En las comunidades religiosas se ha encontrado más tiempo para los encuentros de reflexión y de oración. Y, en las actividades que desarrollamos, hemos tenido que ir a lo esencial.
P.- ¿Qué aporta hoy a la Iglesia católica la figura de san José?
R.- La humildad y la caridad son para los Josefinos de Murialdo las dos características para vivir nuestro carisma a la luz del estilo de vida de san José. El Papa nos dice quiénes son los protagonistas verdaderos de la historia de la salvación; entre los que, precisamente, se coloca san José, con su vida ordinaria y cotidiana.
Estamos llamados a redescubrir esta espiritualidad de Nazaret que da valor a cada una de nuestras acciones y que deja al Padre como verdadero protagonista de nuestra historia y de nuestras vidas. Frente a una cultura de la imagen, que olvida que el hombre está hecho a imagen de Dios, podemos ser portadores de una cultura que hace a todos protagonistas de una sociedad nueva.
P.- ¿Cómo afrontan la pandemia?
R.- Varios hermanos se han contagiado y nueve murieron. Las escuelas y las obras sociales han sufrido mucho debido a los límites para seguir las reglas sanitarias. El futuro es incierto, pero nos preguntamos qué nos enseña este tiempo y cómo podemos imaginar el porvenir. Son evidentes las limitaciones, pero es importante sentirse solidarios y no olvidar a nadie.