‘Una forma de vida. Claves para el anuncio del Evangelio a los jóvenes’ es el nuevo libro del misionero redentorista Víctor Chacón publicado por la editorial Perpetuo Socorro. Una obra que inaugura la colección de Pastoral juvenil y que trata de “ofrecer una reflexión serena y sintética que vaya al centro de la fe”. El autor comparte con Vida Nueva algunas de las claves y reflexiones de la acción evangelizadora entre los jóvenes.
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Puro dinamismo
PREGUNTA.- Este libro se ha fraguado en el confinamiento, ¿qué estilo de vida está dejando a los jóvenes esta pandemia?
RESPUESTA.- No me atrevo a hablar por “los jóvenes”. Conozco a muchos y tengo trato frecuente con ellos. Mi sensación es que muchos están cansados –quizás como gran parte de los adultos– de esta pandemia y de sus restricciones. Han dejado de tener estos doce meses que llevamos muchos encuentros, viajes, fiestas… ¡Mucha vida! Como todos ciertamente, pero en edad joven estas pérdidas son más dolorosas, más “sangrientas”. La vida normal de un joven es puro dinamismo y ajetreo: clases, encuentros, gimnasio, aficiones, parroquia, etc.
Los encuentros virtuales ya les cansan y a muchos no les motivan lo suficiente. El otro día una chica me dijo: “Víctor, te exijo una convivencia. Me pagaré la PCR yo si hace falta”. A lo que amablemente le respondí que esperase un poco más, a una situación más estable y de menor riesgo. También le dije que pronto ofreceremos una propuesta de Pascua Joven en Mérida, para todos los jóvenes y jóvenes cofrades de la ciudad. Con todas las medidas sanitarias aconsejadas, por supuesto. Que, por cierto, los jóvenes –al menos los que conozco en parroquias y centros religiosos– respetan a la perfección. Hay mucha mala prensa respecto al comportamiento juvenil y no hace justicia a la gran mayoría de jóvenes que es responsable y cumplidora.
P.- Pensando en los agentes de pastoral a los que va dirigida la obra, ¿cuál es la clave fundamental que no deben descuidar en momentos como este?
R.- El papa Francisco nos dio esa clave estupenda de la “Iglesia como hospital de campaña” que atiende y cura a los heridos y se preocupa de los que están graves ante todo. Es un ejemplo muy oportuno en este tiempo.
También nos invita en ‘Evangelii Gaudium’ 35 y 36 a los agentes pastorales a simplificar la propuesta para centrarnos en lo importante. No podemos seguir transmitiendo preceptos que aprendan de memoria sin que la fe haya entrado en ellos y les haya tocado el corazón primero. En mi libro ‘Una forma de vida’ se le da un lugar central y frecuente: en primer lugar, a Jesucristo y a su salvación. En segundo lugar, al amor a Dios y al prójimo. Es el mandato esencial cristiano y conviene recordar que son inseparables. La tentación siempre presente es dedicarse sólo a un aspecto, al espiritual o al social, como si hubiera que elegir, y muchos grupos cristianos sucumben. Por último, ofrecer una visión del ser humano positiva y esperanzada desde la fe. No desde el pecado y, por supuesto, no desde el miedo ni la culpa. Como señala san Juan en su carta “quien teme no ha alcanzado la plenitud en el amor” (1 Jn 4, 18).
Entusiasmar a los jóvenes
P.- Una tarea del educador de la fe que se pone muy de manifiesto es la de acabar con determinadas imágenes de Dios. ¿Cuál es la propuesta de esta ‘forma de vida’ que inspira el libro?
R.- El libro quiere ser una invitación a la fe, desea mostrar que tenemos una fe bellísima y de una riqueza increíble. Es una obra que busca entusiasmar, contagiar esperanza creyente, a los agentes pastorales para que ellos puedan a su vez entusiasmar a los jóvenes. Ya que sólo transmitimos realmente aquello que nos apasiona. Cuando el joven ve que hablamos con brillo en los ojos y con pasión, sabe que nos creemos lo que decimos, y dar el paso a creer le resulta mucho más fácil.
Una de las intervenciones en el Sínodo de los jóvenes pedía “una pastoral juvenil de calidad y no de producción masiva”. Podemos entender que se refería a calidad humana y cristiana. Como antes apuntábamos, no vale cualquier discurso ni cualquier método para acercarnos a los jóvenes actuales. Debemos mirar menos a los números. Los adultos de la Iglesia todavía tenemos muchas veces añoranza de las épocas de cristiandad, o a veces se da esta imagen. Y los jóvenes se dan cuenta. Pero a ellos esa época no les dice nada, no la vivieron y no la conocen. Pero sí conocen un Evangelio que les llama a ser sal y luz, y levadura en la masa. No importa tanto el ser pocos.
P.- Los jóvenes están en el centro de una sociedad con mucha polarización. ¿Qué papel juega la fe y la propuesta cristiana en medio de estas tensiones?
R.- En esta sociedad polarizada y de tanta crispación social, política y a veces hasta religiosa, la fe tiene un papel fundamental. Ya que el Evangelio es, ante todo, una propuesta sanadora y pacificadora para la persona humana, que llama profundamente al entendimiento, a la escucha y a la reconciliación. La fe de Cristo sana a la persona, la integra y la abre a los demás, al diálogo. Esto me parece tan esencial que le dediqué dos capítulos en el libro: uno, desde el aspecto misionero y otro, desde el necesario diálogo y encuentro con otros cristianos, otras religiones y con no creyentes. Como Francisco propone incansablemente y pide en ‘Fratelli tutti’, la religión ha de ser en el mundo dividido fermento de paz y comunión.