¿Cuál es nuestra relación con el tiempo?


Compartir

Como se recordará, en las primeras horas del domingo 28 de marzo se produjo el ya acostumbrado cambio de hora, que daba paso al horario de verano. Este cambio de hora viene de antiguo: modernamente, al menos desde 1916, cuando Alemania y sus aliados lo llevaron a cabo en sus territorios en el contexto de la Primera Guerra Mundial.



Sin entrar en lo beneficioso o perjudicial de esa medida –hay opiniones para todos los gustos–, lo cierto es que el ser humano ha solido utilizar el tiempo y su medición para humanizar su vida. Así, el calendario nace, en gran parte, para diferenciar el tiempo sagrado del profano: en el primero, el hombre se relaciona especialmente con Dios (o los dioses), mientras que, en el segundo, las personas se entregan a sus tareas ordinarias, muy ligadas antaño al ritmo de las estaciones, que marcaban la vida agraria.

En el cuarto día…

En la Biblia, el primer calendario aparece con lo creado por Dios en el cuarto día –el que ocupa el centro de la semana–: “Existan lumbreras en el firmamento del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años” (Gn 1,14). Después se especifican esas lumbreras (sin nombrar las dos principales –el sol y la luna–, para que no se confundan con divinidades mesopotámicas): “E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche; y las estrellas” (Gn 1,16).

reloj paso del tiempo

En el último libro de la Biblia encontramos un texto que muy probablemente se hace eco de este del Génesis, ya que se mencionan los tres elementos celestes: “Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Ap 12,1). La imagen del vestido solar y la luna bajo los pies de la mujer expresa que esa figura femenina es señora del tiempo (el calendario judío de la época de Jesús era luni-solar). Una figura femenina que no es otra que la Iglesia, que hace realidad en el mundo la presencia de Jesús, ya que es la que lo “pare”. Posteriormente, esa mujer fue identificada con María, que históricamente dio a luz a Jesús.

El tiempo es el que nos constituye en lo que somos: seres históricos. Y en esa historia Dios es nuestro compañero de viaje.