El cómo vemos el mundo y cómo nos comportamos ante él está determinado por las creencias que hemos interiorizado a lo largo de nuestra vida. Estas creencias nos hablan de lo que somos, lo que merecemos o de cómo son los demás.
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Aunque no siempre tienen una verdadera validez o se apoyan en pruebas reales, como ocurre con el miedo al rechazo. Se caracteriza por ser irracional con la idea de que no vamos a ser aceptados, queridos, atendidos y escuchados. Nos condiciona en múltiples áreas de nuestra vida, aunque siempre en unas más que otras. Puedo tener ese miedo con personas que me atraen físicamente pero no en mi entorno de trabajo, por ejemplo.
Como toda creencia, genera en la persona una serie de comportamientos ligados a ella. El miedo al rechazo hace que nos convirtamos en personas dependientes de la aprobación externa, censurando nuestras opiniones y colocándolas más caras para caer bien. Ocultamos muchas de nuestras cualidades y actuamos en base a lo que creemos que los demás aceptarán. Sin embargo, esta forma de adaptarnos, en lugar de hacer que el miedo disminuya, va aumentando, y se acaba sumando también al temor de que descubran que estamos fingiendo. El miedo al rechazo nos lleva a ser quienes no somos, limitando las relaciones con los demás, haciendo que no nos sintamos ni queridos ni valorados.
Temor a ser rechazado
Pedro, desde luego sintió temor a ser rechazado, para poder ser bien visto por Cristo, atinó a decir -Yo nunca te negaré- aunque en su interior, de verdad no tuviera esa convicción. Esa negación, salvo del yugo a Pedro, pero solo por un momento, el desenlace de Pedro, ya lo conocemos.
Hoy en día, muy pocos se atreven a denunciar lo que está mal, por que la moda es más fuerte que los ideales. Hoy está de moda la ideología de género, y aunque muchos ni siquiera entiendan el trasfondo de este movimiento social, dicen estar a favor, solo por tener la aprobación de un grupo de personas; estar a favor del aborto, eutanasia e ideología de género es moda, y muchos de los que engrosan sus filas, no entienden de verdad lo que trae consigo.
¿Cuántas veces por temor al rechazo hemos dejado de lado nuestros ideales? Gente que está al frente de nuestro pueblo omite su fe, porque están seguros de que decir su fe les traerá una disminución de seguidores. Esta Semana Santa debe hacernos poner sobre la mesa nuestra manera de pensar y las ideologías que ahora apoyamos, de modo que en un ejercicio de reflexión evaluemos si la moda puede más respecto a aquello que se nos inculcó; si la moda puede más que nuestros ideales, nuestras costumbres, nuestra construcción pragmática.
Hoy en día ya no necesitamos más seguidores de redes sociales, de ideas vanas, de ideologías obsoletas o de pensamientos inútiles, necesitamos promotores de la verdad, necesitamos agentes de cambio dispuestos a romper los paradigmas de generaciones pasadas pero para bien, no solo para fragmentar lo que tantos años y en muchas ocasiones vidas costó. Es momento de ser esa Iglesia en salida que el papa Francisco nos propone, y no sentir miedo al rechazo, sino sentirnos orgullosos de portar ideales que están fundamentados en aquél, quien es la Vida Eterna.