Abilio Martínez Varea, obispo de Osma-Soria, es, además, el responsable de la Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Una atalaya desde la que ha enriquecido su mirada y, lejos de caer en discursos teóricos, le hace hablar como pastor que conoce de primera mano el dolor y la frustración de quienes cuentan los días para que termine el mes y recibir un salario con el que apenas poder cubrir gastos.
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Echando la vista atrás, al movimiento indignado que clamó por una España más equitativa y con menos corrupción, Abilio Martínez pretende conocer de verdad los anhelos y reclamaciones de los que en su día acamparon en nuestras plazas y barrios y, en este tiempo de pandemia y crisis generalizada, muchas veces le piden a Dios una salida a sus problemas desde nuestras iglesias.
PREGUNTA.- ¿Qué ha cambiado en la sociedad española en esta década y qué parte de esos cambios pueden deberse al movimiento surgido en el 15-M?
RESPUESTA.- Esta última década ha marcado un tiempo en el que, más que una época de cambio, estamos ante un cambio de época. Las cosas han cambiado… y mucho. Justo antes de la pandemia, pude realizar un viaje misionero a África. Allí, fui testigo en primera persona de lo que significan muchas cosas a las que aquí, en nuestro denominado primer mundo, a veces no damos valor: el acceso a la sanidad, la escolarización, el agua potable o las vías de comunicación.
No podemos olvidarnos de los grandes olvidados, los más desfavorecidos, los migrantes, los más necesitados… También en nuestro entorno, en este último año de pandemia, ha aumentado el número de personas que necesitan de lo más esencial para el ser humano: el trabajo.
El movimiento 15-M surgió, según mi entender, con el fin de manifestar una insatisfacción social que aún no está resuelta. Esto nos tiene que llevar a reflexionar y a pensar qué nos está pasando como sociedad. Se hace necesario luchar por la búsqueda del bien común, un bien global de todos y para todos, que, por desgracia, a día de hoy sigue sin resolverse.
Lo importante no son solo los avances tecnológicos, sino el uso que se dé a dichos avances. Tenemos que conseguir utilizar todo el potencial que hemos conseguido desarrollar en esta última década para buscar una sociedad más fraterna, más solidaria y más equitativa. En definitiva, hacer que el bien común sea una realidad.
Volver al origen
P.- ¿Cómo siente que ha interpelado a los cristianos españoles este cambio social?
R.- Los momentos actuales nos están haciendo replantearnos muchas cosas y ya muchos están optando por volver a lo esencial, volver al origen. La situación provocada por el COVID-19 ha hecho que hayamos tenido que cambiar muchas de nuestras rutinas que creíamos normales: salir a tomar un café, desplazarnos o visitar a la familia o los amigos se han convertido en acciones que ahora valoramos mucho más. Por desgracia, esta crisis sanitaria ha dado pie a una crisis económica y a una crisis emocional que no ha dejado indiferentes a muchos cristianos de nuestras diócesis.
Esta pandemia nos ha hecho visibilizar la soledad, los ancianos, la enfermedad, la fragilidad del ser humano, la importancia de la familia y los amigos… Quiero destacar el trabajo encomiable que en esta pandemia se ha hecho desde la propia Iglesia por medio de Cáritas, las hermandades de cofradías, los voluntarios parroquiales… Toda esta ayuda demuestra que a los cristianos españoles no solo les ha interpelado esta situación, sino que han decidido dar lo mejor de sí.