Antes que todo, les cuento que he tomado la obligada (no sé si sana) costumbre, de decir al lector que mi columna no le llevará más de cinco minutos leerla, comprenderla depende de cada uno y no me arriesgo a dar garantías.
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El título de esta, no remonta al estribillo de ninguna canción romántica, nos lleva a nuestra más pura realidad: el ‘me gusta’, con pulgar arriba o lo que sea, al que nos hemos acostumbrado a aprobar lo que nos presentan las redes sociales.
Mucho rato cada día pasamos frente a la maravillosa pantallita del celular explorando el mundo con los dedos índice y pulgar. Y lo que nos suena familiar, un escrito inteligente, la publicación de algún amigo o pariente, lo que nos entretiene, emociona, alegra, entristece, agrada y más, se lleva nuestro ¡me gusta! ¿Cuántos me gusta ponemos cada día? ¿Cuántos de estos “me gusta” son realmente ‘Me gusta’? ¿Qué grado de análisis y discernimiento hay frente a esta declaración de gusto?
El verbo gustar, aplicado a varias opciones, se ha vuelto polisémico, con muchos significados graduales (poco, mucho, demasiado, algo), y sobre todo emocionales. Todo se define con él. ¡Cuántas aprobaciones sin leer! También leído a la mitad o superficialmente. Lo mismo con el No me gusta.
Desde la otra vereda
Crucemos la calle y parémonos en la vereda del frente. A la hora de publicar, seamos sinceros y reconozcamos que el deseo de que nos elogien con el mágico y deseado “me gusta” domina nuestra voluntad. Al revisar la publicación contamos los ‘like’ y después quién los puso sin cuestionarnos si leyeron mucho, poco o nada. Está el “me gusta” y caso cerrado.
Como adultos, no debemos seguir la tendencia a aprobar sin chequear la información que se nos da. Lo mismo a la hora de replicarla. Toda noticia y toda réplica generan nuevas noticias. Toda información produce nueva información y sin considerar los contextos y pensamientos de quienes los reciben. Metafóricamente se emite ratón, se lee león y se transmite melón. Lo único que tienen en común es la terminación, pero significan piezas muy distintas.
Hace poco escuché una regla de oro: pensar antes de publicar y elegir antes de leer.
Pido al lector que sea sincero y se exprese. ¿No me merezco un ‘like’? ¡Al menos por haber cumplido con la promesa de la brevedad de mi columna!