Tribuna

Apuntes sobre Trinitariedad

Compartir

Así como la felicidad es la cualidad o condición de la Fe, la “trinitariedad” es la cualidad o condición de lo que se manifiesta como trinitario.



Es decir que, para comprender nuestra condición de seres trinitarios, debemos apelar a la calidad constante de nuestros conceptos basados en las tríadas que conforman nuestra vida y nuestro ser como persona humana, entendido esto como imagen y semejanza de la Trinidad.

Cada proceso es en sí mismo trinitario y se levanta en Uno, en el punto de intercesión de los tres dones teologales que lo conforman: Amor, Fe y Esperanza.

Todo es tres en uno. Todo el mundo del que estamos hechos nos compone de manera que cualquier basamento o punto de partida está dado por tres (patas/ejes/puntos), donde se asienta la peculiaridad de ese UNO que se constituye en el TODO.

Somos cuerpo, alma y espíritu. Pablo lo dice en 1Tes 5, 23: “Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser –espíritu, alma y cuerpo– hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo”. Nunca está demás que veamos que es en ese orden y no es intercambiable.

En el orden de Dios somos: espíritu (intuición, comunión y conciencia), alma (mente, voluntad y emociones/sentimientos) y cuerpo (sentidos, nutrición y reproducción).
Santisima Trinidad
Por esto, usar tríadas (lo que está inscripto en el ser humano por infusión: amor, fe y esperanza) es situarse en el centro mismo de la persona humana. Las tríadas son pilares constitutivos, esenciales y complementarios que trabajan en armonía.

Los grandes profetas, maestros y líderes siempre se basaron en esa conformación para ser, para explicarse y para hacer.

Si tomamos los documentos de la Iglesia, vamos a encontrar muchos ejemplos que plantean siempre tres ejes. (Ejemplos: Contemplación, Soledad, silencio y oración; Iglesia: militante, purgante y triunfante; Aparecida: Ver, juzgar y actuar; Arte mistagógico: Bondad, Verdad y Belleza)

Plantear tríadas

Si escuchamos a nuestros pastores, muchas veces encontraremos en sus homilías que, para explicar mejor, hablan de tres ejes…

Plantear las tríadas, asumirlas y desarrollarlas es parte de una manera de evangelización que permite reflejar la pedagogía trinitaria de Dios.

Nuestro Dios trinitario nos permite acogernos mutuamente en una realidad que nos contiene a todos: somos seres que necesitamos vivir de manera gregaria. Nuestra condición humana está naturalmente sometida a la necesidad de “vivir” y “ser” con otros.

Nuestro Dios trinitario nos permite mirarnos alternativamente en cada lugar y a la vez ser parte del todo que la Trinidad conforma.

También mirar desde cada lugar para ver, entender y comprender el total de lo que sucede. Nos sumerge en la idea de un ser humano integral, que se plenifica en el ser con otros.
Vivir en la experiencia cierta y cotidiana de en un Dios trinitario es mostrarnos a nosotros mismos la posibilidad de ser y crecer en familia. Es pensarnos no simplemente como grupo social, sino como comunidad.

Desde este Dios Uno y Trino, la “corresponsabilidad” en la obra creadora, la “donación” de uno mismo y el “acompañamiento espiritual” son tarea personal, comunitaria y eclesial. Porque el fracaso de uno es el de todos, la alegría de uno es la de todos, las necesidades del cuerpo, del alma y del espíritu son las mismas.Nuestro Dios trinitario nos regala la imagen y semejanza en cuerpo, alma y espíritu. De la laboriosa conversión (en espíritu, alma y cuerpo) a la que somos invitados, saldrá la danza armoniosa, el equilibrio pleno, la alegría de la unidad en la paz.

Trinidad Santa: danos sumergirnos en tu océano amoroso para intuir más y mejor a los otros; danos ser conscientes de tu libertad para amar más y mejor la libertad de los demás; danos ser en comunión de amor para vivir en la dignidad del Reino hoy. Amén!