El cardenal Aós tomó posesión de su parroquia en Roma

Signo de comunión con el Papa, todos los cardenales son párrocos simbólicos en la diócesis de Francisco

El cardenal Aós tomó posesión de su parroquia en Roma

Este sábado 19, a las 6 de la tarde en Roma, el arzobispo de Santiago de Chile, cardenal Celestino Aós, tomó posesión del título en la iglesia de los Santos Nereo y Aquileo, como signo de que el cardenal, como párroco simbólico de esta comunidad, colabora con el Papa en el cuidado pastoral de la ciudad de Roma, anunció el portal iglesia.cl de la Conferencia Episcopal de Chile.



Se trata de un signo de comunión con el Santo Padre, Obispo de Roma. Esta antigua costumbre se basa en que en sus orígenes los cardenales eran sacerdotes que estaban al servicio pastoral de esa diócesis.

Confiar en Jesús

Una inscripción descubierta  fines del siglo XIX en la tumba de los santos y ya conocida en diversos manuscritos del siglo VIII, señala que Nereo y Aquileo habrían sido martirizados durante la persecución de Diocleciano, el cual en una primera etapa de su gobierno arremetió contra los cristianos de su guardia pretoriana, acoso que luego se extendió a toda la iglesia.

La Misa presidida por Aós, fue concelebrada por algunos obispos y sacerdotes, entre ellos Alberto Lorenzelli, obispo auxiliar de Santiago, Marco Agostini, del ceremonial pontificio y el padre Rocco Camilló, de la Congregación de los Oratorianos, responsable de ese templo.

En su homilía, Aós hizo referencia al episodio evangélico de la tempestad calmada, cuando Jesús iba con sus discípulos en una barca y se levantó una tormenta mientras él dormía, lo despertaron extrañados de que no hubiese tenido miedo. “Hoy muchos sienten que estamos en medio de una terrible tormenta: el coronavirus, la violencia, la corrupción, los escándalos de la Iglesia”, dijo el cardenal. Jesús calmó el viento y el mar, pero reprochó a sus discípulos no tener fe. La lección aprendida por los discípulos es “que se puede confiar en Jesús aun en las peores tormentas, aun en las circunstancias más adversas”, recordó.

A continuación, se refirió al episodio de los mártires que están enterrados en esta iglesia, Nereo y Aquileo, quienes vivieron en una época en que “el miedo hacía ejecutar las órdenes del emperador Diocleciano, aunque fueran crueles”, señalando que si bien los cristianos tenían miedo, lograban superarlo, lo que sorprendía incluso a sus verdugos.

Cristo da sentido a la vida

“Los cristianos son hombres y mujeres que no viven solo para sí, para el dinero, para la fama, para el placer. Viven lo que san Pablo nos ha dicho: Jesucristo murió para rescatarnos del pecado”, indicó el arzobispo capuchino de Santiago.

Recordó también que en esa iglesia se celebran muchos matrimonios e instó a orar por el matrimonio cristiano, recalcando que “este Cristo que da sentido a sus vidas es quien no los abandona en momentos de tormentas y caídas, que nos da fuerzas para vivir amándose y perdonándose. Este Cristo, que con la fuerza de su gracia lleva a amar y servir a los demás especialmente a los más desfavorecidos y marginados, aun arriesgándose en la pandemia, ¿quién es ese Cristo para ti? Nereo y Aquileo lo testimoniaron con su sangre”, dijo Aós.

Al final de la ceremonia, monseñor Marco Agostini, del ceremonial pontificio, leyó el documento de la ceremonia e invitó a firmarlo a las autoridades presentes, entre ellas, los embajadores de Chile ante la Santa Sede, y ante Italia, respectivamente Octavio Errázuriz y Sergio Romero, y algunos miembros del Cuerpo Diplomático.

A pesar de que en el lapso de 800 años, la iglesia fue restaurada en numerosas ocasiones, en uno de los últimos trabajos, en 1941, se descubrió la superficie con rectángulos drapeados aún visibles en la fachada. En el portal, sostenido por dos columnas y con tímpano triangular se lee en latín la inscripción “Ss Martyrum Nerei et Achilleie e Titulus Fasciolae”. Sobre el portal una enorme ventana circundada por un marco de piedra caliza ilumina la nave central.

El interior de la iglesia está dividido en tres naves sostenidas por columnas octogonales de ladrillo: todo el programa decorativo de la iglesia, más allá del período durante el cual se realizaron las obras, era la glorificación de los mártires. Las paredes de las naves laterales relatan el suplicio de Nereo y Aquileo según una iconografía de la Contrarreforma, que ponía especial énfasis en los aspectos más espeluznantes de sus torturas. Los dos altares laterales están decorados con retablos, aún visibles.

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