En la política, todo cuanto sucede tiene una causa originaria que lo explica. Lo mismo ocurre con las consecuencias de las decisiones que se toman, que generalmente resultan de lo más previsibles, ya que por desgracia suelen ser el fruto de la terca repetición, una y otra vez, de errores manifiestos cometidos anteriormente.
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- EDITORIAL: Los indultos y la plaza del reencuentro
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Tal acontece en España con los asuntos referidos al nacionalismo, ideología cuyo alfa y omega estratégico no es otro que el de alcanzar la independencia de sus territorios, un propósito que, por lo demás, jamás han ocultado.
Y este elemental axioma introductorio resulta de lo más evidente en el asunto de los indultos concedidos por el Gobierno a los dirigentes nacionalistas catalanes, que fueron condenados nada menos que por la comisión de los delitos de sedición, malversación y desobediencia, al llevar a cabo un intento de golpe de Estado, el pasado 1 de octubre de 2017.
Los reos hoy indultados delinquieron gravemente contra el ordenamiento constitucional que, por cierto, los ciudadanos catalanes habían aprobado abrumadoramente en su día con más del 90% de los votos favorables. Una Constitución, conviene recordar, que permitió a Cataluña, al igual que al resto de territorios españoles, gozar del mayor nivel de autogobierno y autonomía de su historia, con un reconocimiento pleno de todas sus singularidades culturales, lingüísticas, jurídicas y políticas.
Pero, como ha sucedido siempre, el esfuerzo de reconciliación, integración y tolerancia que generosamente ha representado la Constitución, para el nacionalismo catalán ha resultado baldío. Desde el comienzo de la autonomía, los nacionalistas han planificado una secesión a plazos. Su estilo político es la insatisfacción constante y la reivindicación permanente.
Lo sucesivamente obtenido no tiene más valor que la devolución de lo debido y, para ellos, siempre ha sido menos importante lo logrado que lo que todavía queda por alcanzar, como ocurre con los consabidos indultos, que ya han sido amortizados por sus inmediatos beneficiarios, incluso antes de su concesión, toda vez que no se han cansado de airear que su demanda es la amnistía y un referéndum de autodeterminación.
Escarnio y agravio
Sorprende y roza el escarnio que, como motivación política para fundamentar la decisión de indultar a unos golpistas contumaces, se apele al diálogo, a la generosidad y a la necesidad del reencuentro, virtudes todas ellas que, precisamente, los gobernantes nacionalistas en Cataluña han negado a los catalanes no nacionalistas, que sufren las situaciones de intolerancia y exclusión, a las que con sus leyes identitarias los ha condenado el fundamentalismo independentista.