El perfil oficial de Twitter de la UNESCO recordó, recientemente, la participación de Ernesto Che Guevara ante la Organización de las Naciones Unidas, omitiendo la terrible frase en la que afirma los fusilamientos sumariales que iniciaron la revolución cubana.
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Y más allá de lo dantesco del discurso, lo realmente preocupante, es que dicho mensaje venga del organismo encargado de la promoción de la educación, la cual, necesaria y obligatoriamente tiene que ser libre y plural.
No será posible un mundo diferente, si no se es consciente de esto: la educación debe estimular en todos los participantes el pensamiento crítico y no puede ser instrumento de adoctrinamiento ideológico, mucho menos en niños y adolescentes, que por su edad y procesos cognitivos propios del tiempo, no pueden discernir con precisión.
La educación desde y para la diversidad social
Aunque a simple vista parezca poco importante, lo posteado por la UNESCO es grave, gravísimo, pues no puede justificarse el recuerdo o la memoria histórica para dar altavoces a referentes que no han contribuido al fin primario de la educación libre.
Sería bueno que en la UNESCO, o al menos su departamento de Social Media, den una revisada algún texto de Edgar Morin, sociólogo francés que hizo un pertinente comentario sobre la educación del futuro.
El autor señala: “la educación deberá hacer que la idea de la unidad de la especie humana no cancela la idea de su diversidad y viceversa. Comprender lo humano significa comprender su unidad en la diversidad. La educación deberá ilustrar este principio en todos los campos”.
No a una educación ideológica
El uso de los medios para la educación ideológica o adoctrinamiento es un abuso en el campo de la ética, así lo señaló un importante texto vaticano, dirigido a los periodistas en el año 2000.
El documento indica: “Es una perversión de la educación auténtica, cuando se usan los medios como instrumentos de adoctrinamiento, con la intención de controlar lo que la gente sabe y negarle el acceso a la información”, lo cual, limita sus horizontes, y se aprovecha para difundir la ideología.
Por tanto es necesario señalar que el problema de fondo de la publicación no es tanto la referencia al personaje como historia, en sí, sino el significado ideológico que puede esconderse en nombre de la educación, lo cual, no ayuda ni beneficia a la construcción de un mundo plural y diferente.
La educación del futuro, del post COVID-19, por tanto, del hoy y del siglo XXI, — y en eso tiene que ayudar la UNESCO—, deberá partir de como lo indica Morin de la “posibilidad antropológica, sociológica, cultural, espiritual del progreso que retoma el principio de esperanza”, es decir, desde el bien y la libertad.
Tomar conciencia de esto será necesario para contrarrestar el antiguo adagio que reza que la historia no es cíclica, solo que los hombres cometen los mismos errores, y asumir desde la pluralidad el hecho social, sin reduccionismos ideológicos e inhumanos.