En el 76 aniversario del bombardeo nuclear de la ciudad japonesa de Hiroshima por parte del Ejército estadounidense, que precedió en tres días al de Nagasaki, el arzobispo de esta última ciudad, Joseph Mitsuaki Takami, comparó aquella devastación con la llama olímpica que arde en Japón con motivo de los Juegos y que consideró una “oración por la paz”.
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“La bomba atómica es absolutamente contraria a esta llama y hoy se nos pide que la abolamos, que no la volvamos a utilizar. El único fuego es el de la unidad, el amor y la paz”, comentó Mitsuaki Takami en una entrevista en Radio Vaticana en la que celebró cómo las Olimpiadas son “un testimonio del deseo de crear un mundo en el que haya paz entre las naciones”.
Recordando que este año se cumple también el décimo aniversario del desastre nuclear en la central de Fukushima, el arzobispo de Nagasaki se mostró partidario de abolir este tipo de energía por su peligrosidad. “No debemos fabricar armas, e incluso la energía nuclear, si es necesaria en un sentido, debe ser ahora superada, debemos producir energía de otra manera eliminando la energía nuclear, que es peligrosa”.
Fin de las armas nucleares
También recordó Mitsuaki Takami en su intervención la importancia del Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares, al que han adherido ya 55 países. “Siguiendo las palabras del Papa, debemos abolir absolutamente las armas nucleares en la Tierra. No podemos mantener una paz real mientras tenemos estas armas al mismo tiempo. No es una paz real, es falsa”, insistió.
En este sentido, valoró el testimonio directo de las personas que vivieron el desastre de Hiroshima y Nagasaki, unos recuerdos que “hay que transmitir a los niños” y que se han perpetuado por medio del cine, la literatura y los medios de comunicación. “Debemos continuar con este esfuerzo para mantener viva la memoria”, pidió Mitsuaki Takami.
Testimonio inspirador de los supervivientes
En el 76 aniversario del desastre de los bombardeos atómicos en las citadas ciudades japonesas, Pax Christi International animó igualmente a los miembros de la comunidad internacional a sumarse al Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares, que entró en vigor el pasado 22 de enero. “El incansable testimonio de los supervivientes de 1945 ha contribuido a inspirar a los gobiernos y a las organizaciones de la sociedad civil”, celebró este movimiento pacifista católico.