Se puso en marcha a finales de 2014 con una mínima estructura logística, pero con una meta definida: apoyar y promover la vocación política cristiana con el cayado de la Doctrina Social. De la mano del cardenal Jorge Medina, el magíster en Gestión y Política Públicas José Antonio Rosas Amor creó la Academia de Líderes Católicos de Latinoamérica. El proyecto nacía no solo de su experiencia docente, sino también vital, que le llevó incluso a militar en El Yunque.
- ?️ El Podcast de Vida Nueva: La Iglesia se mete en política… del encuentro
- EDITORIAL: La caridad del escaño
- A FONDO: La Iglesia se mete en política… del encuentro
- TESTIMONIOS: ‘Fratelli tutti’ no sabe de izquierdas ni de derechas
- OPINION: En política no basta hablar, hay que actuar. Por José Ribeiro e Castro
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
PREGUNTA.- ¿Cómo pasa uno de pertenecer a una entidad como El Yunque a liderar una iniciativa política al estilo ‘Fratelli tutti’?
RESPUESTA.- Mi historia de vida está marcada por una conversión pastoral fruto del papa Francisco. En lo personal, me ayudó a salir de trampas ideológicas en las que yo vivía con la mejor intención, pero ideologizando la fe. Siguiendo sus enseñanzas ya como cardenal de Buenos Aires, entendí que era muy peligroso participar en organizaciones anacrónicas que confunden la religión con formas políticas que actúan de manera oculta, secreta y reservada. Con el tiempo, me distancié de esta entidad extremista conocida como El Yunque, para desarrollar una experiencia de comunión con los obispos y la Iglesia que es esta Academia.
Iniciar procesos
P.- Presente en nueve países, en relativamente poco tiempo, con una pandemia de por medio, la Academia parece alcanzar velocidad de crucero…
R.- Tal y como dice el Papa, estamos convencidos de que el tiempo es superior al espacio y que lo importante es iniciar procesos. Llevamos varios años trabajando en reuniones virtuales mensuales en las que han participado centenares de políticos de toda América Latina y de Europa. Confiamos en ir a más.
P.- ¿Lo siguiente no será crear un partido católico?
R.- Desde luego que no. El partido católico es un error, es algo caduco. Nosotros no estamos por la unidad política de los católicos, sino por la unidad católica de la política. Se trata de que los católicos animen todas las legítimas opciones políticas que hay asociadas. La pluralidad es parte de nuestra riqueza como creyentes. Ya lo decía san Pablo VI: desde una misma fe pueden derivar distintos compromisos políticos. ¡Claro que se puede vivir y ser católico en partidos de derecha, de centro, de izquierda…! Y, por supuesto, también en los movimientos sociales. Nuestro objetivo es que los católicos se metan y se mojen a dar una identidad cristiana a todas las opciones políticas de la sociedad.
Signo de unidad
P.- ¿Hay que excomulgar a Joe Biden, como piden algunos obispos norteamericanos, por el posicionamiento de su Administración ante el aborto? ¿Esa es la unidad de medida de si un político es lo suficientemente católico?
R.- Es un tema altamente polémico. En lo personal, ese no es el camino. No es el momento de andar dando ‘bibliazos’ y excomuniones a los dirigentes políticos, sino de acompañarlos. Francisco escribe en Amoris laetitia que la Iglesia no busca reemplazar conciencias, busca formar conciencias.
P.- Si se excomulga a Biden, habría que hacer lo propio con Matteo Salvini, por estrangular el derecho a la vida de los migrantes…
R.- La coherencia de un político católico parte de que uno sea signo de unidad y de diálogo. Uno no puede estar generando murallas y divisiones en el seno de la sociedad. Parte de nuestra coherencia como cristianos y como políticos es nuestra apuesta y la búsqueda de la comunión, de la caridad, del diálogo, el trabajo con los más pobres y los excluidos… Todos estos aspectos tienen tanta importancia como la defensa de la vida.